El relato de una ucraniana residente en Castelló que "sacó" a su hermano de Bucha en plena ocupación del ejército ruso: "Fue una película de terror"

Castellón

Este viernes se ha cumplido un año de la invasión rusa de Ucrania y el éxodo de civiles sigue a la orden del día. Desde el inicio del conflicto hasta ahora, 2.500 ucranianos han llegado a la provincia de Castellón huyendo del horror.

"Tengo dos familias, aunque siempre digo que tengo una familia muy grande"; Así trata de explicar Sasha Skakalova, una joven ucraniana de 26 años residente en Castelló desde los 18 años, su situación familiar.

En una entrevista en el programa A Vivir Castellón, Skakalova confiesa que ha trazado innumerables veces el camino que une la provincia con su ciudad natal, Bucha, dado que, desde los 7 años, y hasta su mayoría de edad, cuando se instaló en España permanentemente, viajaba miles de kilómetros para pasar el verano en Castellón.

"Si busco en Google "Bucha", ya no encuentro la ciudad en la que nací, sino el desastre que han dejado las tropas rusas", lamenta la ucraniana. Lo que oficialmente ya se conoce como la Masacre de Bucha fue un asesinato masivo en esta pequeña ciudad, perteneciente a la óblast (región) de Kiev y con apenas 37.000 habitantes censados, que dejó más de 400 civiles muertos entre el 27 de febrero y el 31 de marzo, tiempo en el que el ejército ruso mantuvo el control del territorio.

Sasha recuerda, entre lágrimas, las calles del que todavía es su hogar y cómo, gracias a la ayuda de su familia castellonense, pudo "sacar" a su hermano, de entonces 17 años, de la ciudad en plena ocupación rusa. Mientras muchos yacían en las calles, el hermano menor de esta ucraniana pudo escapar de la ciudad gracias a la noticia que, desde Castellón, recibieron sobre la existencia de un cordón humanitario en la zona. El 13 de marzo de 2022 Sasha y su hermano pudieron abrazarse en Castelló.

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No obstante, su madre, médico, y su padrastro en Ucrania, funcionario del Ayuntamiento de Bucha, a quienes no ve desde 2019, siguen en el país en guerra. "Mi madre tuvo que trabajar vestida de civil ante el peligro de que los soldados rusos se la llevaran para atender a sus heridos en el frente", relata Sasha, que, además, asegura que su madre no quiere marcharse del país para seguir prestando servicio a la ciudadanía.

"Una película de terror", aunque demasiado real, que Sasha recuerda con angustia. No obstante, aunque la ucraniana aclara que " todavía no es el momento de volver", garantiza que no dejará de luchar para estar todos "juntos y a salvo de nuevo".