Rafael Altamira terminó sus días fuera de su tierra, como un desplazado más...
Los restos mortales del jurista, humanista, pacifista y literato y de su mujer, Pilar Redondo, deben regresar a El Campello
La Columna de Carlos Arcaya: «Rafael Altamira terminó sus días fuera de su tierra, como un desplazado más...»
Alicante
La historia, dicen, es lineal y circular. Y de ello nos damos cuenta estos días, en los que el viernes nos acordábamos de que la invasión de Ucrania ha provocado el mayor desplazamiento de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Y, por otra parte, porque ayer se reunió el Consell Valencià de Cultura en El Campello para avanzar en la repatriación desde México de los restos mortales del jurista, humanista, pacifista y literato Rafael Altamira y de su mujer, Pilar Redondo.
Altamira terminó sus días fuera de su tierra, como un desplazado más. Él, que apostó y, de hecho, fue el primer español que formó parte del Tribunal Permanente de Justicia Internacional hace un siglo. Ahora, si volvemos la vista atrás, la primera sensación es que la historia se repite, que hemos avanzado poco a la hora de respetar las más elementales reglas de convivencia internacional o de respeto a los derechos humanos.
Pero, por otra parte, al margen de la justicia poética a la que apelaba ayer el president Puig, la historia también nos demuestra que no se puede bajar la guardia, porque el progreso o los avances sociales no son lineales, siempre se puede retroceder. Y por ello, Altamira tiene que volver a El Campello, porque así recordamos su legado.