Un experto avisa: "Tenemos que empezar a pensar que no hay agua para todo, empezar a priorizar"

Valencia

Porque no hay agua para todo. Porque el debate se plantea siempre como si el agua, sequía al margen, fuera un recurso infinito, y no se tiene en cuenta que no hay bastante a la hora de hablar de nuevas infraestructuras, usos, etcétera. No estamos ante un problema coyuntural, estamos ante un problema estructural. Es necesario un debate acerca de cuáles son las prioridades una vez garantizado el uso agrario y de boca.

La agricultura consume el 70% del total, industria y uso doméstico, el 30% restante. Es un porcentaje irreal, porque el agua de consumo de boca debe ser de una calidad máxima y para el mismo no se puede destinar agua que, por ejemplo, sí es apta para uso industrial y de riego.

Es posible, afirma Cabrera, el ahorro en todos los ámbitos. En casa apostando (incluso obligando por ley) a electrodomésticos de bajo consumo, cabezales de ducha, cisternas más pequeñas y de doble botón... además de cerrando el grifo cuando no hace falta. Pero sobre todo debemos preocuparnos por el mantenimiento de las redes de abastecimiento. Son, afirma Cabrera, un colador. Pierden mucha agua. No tanto las de grandes ciudades como València donde, vía impuestos y por sensibilidad, se apuesta por un mantenimiento razonable. El problema está en municipios pequeños que no pueden asumir el mantenimiento por su elevado coste y donde se llega a perder la mitad del agua para consumo doméstico.

Y explica que estamos ante un problema de sensibilidad a la hora de mantener la red. Sensibilidad de los operadores privados, de los técnicos encargados, sensibilidad política de cada ayuntamiento... En cuanto al uso industrial también reclama Cabrera un mayor control. Debería premiarse el buen uso y la eficiencia. Y pone un ejemplo: con el aumento de los costes energéticos muchas empresas se han dirigido a la universidad para ser más eficientes. Y lo han conseguido. Lo mismo deberían hacer con el agua.