Era un partido para dejarse el alma

València

Era un partido para dejarse el alma. Contra un rival que solo se jugaba la honra, con la temporada finiquitada, con bajas importantes. Era un partido para vaciarse. El momento de acabar con el sufrimiento. Regalarle dos jornadas tranquilas a una afición que este año se merece un monumento.

Y el Valencia hizo un partido lamentable en Palma de Mallorca. Lamentable. Ni ambición, ni energía, ni hambre. Ni, sobre todo, calidad. Ni calidad para deshacer mínimamente la defensa que montó Aguirre ni calidad competitiva.

El equipo ha sido tan poco fiable que en el fondo es lógico que tenga que sufrir hasta la penúltima jornada. Y ojalá que solo sea eso. El domingo, en Mestalla, otro partido para dejarse el alma. Esperemos que se note.