La ascensión del Denali a 30 grados bajo cero de Carlos Cardelle y Alfonso Blas
La buena preparación y el material escogido permitieron que hicieran cima aprovechando una ventana de buen tiempo
Alfonso Blas y Carlos Cardelle, forajidos en Alaska
29:00
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1686930188_150_cut/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Alicante
Lo incontestable es que el monte Denali es el pico más alto de América del Norte con sus 6,190 metros y que por su cercanía al Polo Norte es especialmente fría, más que otros picos que en el Himalaya superan los 8.000 metros. Lo que algunos discuten es si no es la montaña más elevada de la Tierra. Y es que mientras la base del Everest, con sus imponentes 8.849 metros se encuentra a 5.200 metros, en el caso de este pico de la cordillera de Alaska, su base está a tan solo 620 metros sobre la altura del mar.
Al margen de la discusión sobre la forma de medir las montañas más elevadas de nuestro planeta, lo que queríamos contarles en esta edición de Forajidos es la expedición que ha terminado con Carlos Cardelle y Alfonso Blas hollando la cumbre del antiguo monte McKinley. A sus faldas llegaron tras un accidentado viaje desde España justo cuando estaba terminando una DANA que provocó que otros montañeros que les antecedieron en la escalada, tuvieran que renunciar a llegar a la cumbre y que bajarán de la montaña con congelaciones en pies y manos.
De hecho, las bajas temperaturas provocan que solo la mitad de los escaladores que intentan subir a la cima lo consiga.
Como decíamos al principio las bajas temperaturas, que rondan los 30 grados bajos cero y que con nieve y rachas de viento pueden incluso inferiores, son la principal amenaza para los alpinistas. En el caso de Cardelle y Blas tenían claras dos cosas: que tenían que tener una buena preparación previa y que el material que iban a llevar tuviera la suficiente calidad para afrontar el intenso frío.
En esta zona de Alaska los días durante esta época del año son largos, apenas baja la luminosidad durante un par de horas. Aprovechando esa circunstancia, cuando decidieron hacer la última parte del trayecto, hasta la cumbre, se lo tomaron con calma. Lo hicieron a conciencia. El problema surgió cuando ya habían empezado la escalada y a Alfonso le entró una pájara que hizo que el ritmo de ascensión fuera más lento del esperado.
No vamos spoiler porque la aventura ya sabéis cómo terminó. Ahora bien, si queréis más detalles de la ascensión, del descenso a la base de la montaña, de la convivencia y de otras cuestiones, os lo ponemos fácil, tendréis que escuchar la grabación que acompaña a este noticia. Os aseguramos que merece mucho la pena. No digáis que no os hemos advertido.