«No hay ningún otro evento del calibre del Castell de l’Olla»

Altea

Fernando Trotonda es un tipo afable, de sonrisa fácil y marcado –marcadísimo– acento valenciano. Su apretón de manos es fuerte y, sobre todo, firme, como cabe esperar de un tipo al que, como a un neurocirujano, le está vetado que le tiemble el pulso. Un pulso del que dependen cada año las ilusiones de miles de entusiastas de la pólvora.

Hay quien prefiere el ruido de las mascletaes y los hay que se decantan por el color de los castillos de fuegos artificiales. Trotonda se mueve entre el humo y las explosiones sin apenas pestañear. No ve el peligro. O todo lo contrario. Lo conoce bien y lo ve mejor que cualquier lego en la materia y, por ello, se ha convertido en uno de los mejores de su profesión.

Las manos de Fernando Trotonda fueron las que dispararon el Castell de l’Olla de Altea durante las seis ediciones dirigidas por Ricardo Caballer y ahora, tras el relevo de Vulcano, volverá a colocarse a los mandos del mayor espectáculo pirotécnico del Mediterráneo el próximo día 12 de agosto.

Queda más de un mes para ese momento y aunque se le nota tranquilo, reconoce que las últimas horas son de puro nervio.

Enrolado ahora en el equipo de Vulcano, asegura que «hacer un evento de esta magnitud, y más en el caso del Castell de l’Olla, que es un referente a nivel nacional e internacional; nos hace sentir un sentimiento de agradecimiento a la Cofradía porque, evidentemente, tienen una experiencia muy amplia y hemos pasado un proceso de selección, un filtro, bastante grande. Llegar a ser seleccionados por parte de ellos, es todo un orgullo».

Un reto mayúsculo porque «después del legado que ha dejado Ricardo Caballer, evidentemente hay que estar a la altura y hacer un diseño novedoso y exclusivo» aunque, cuando se le piden detalles, evade la cuestión afirmando que «todavía está todo en fase de diseño, pero se proyecta un espectáculo grande que estará a la altura de los próximos años».

Meses de preparación

Diseñar un espectáculo como el Castell de l’Olla es «un proceso largo porque tiene unos condicionantes muy diferentes a uno tradicional», asegura el pirotécnico. Unos condicionantes que pasan, claro está, por «el emplazamiento que tiene, que es íntegramente dentro del agua y hace que no puedas plantear ese trabajo como un castillo al uso, que puedes tenerlo diseñado en dos días. Esto comporta mucha más dedicación».

Pese a su muy dilatada experiencia, reconoce que el día 12 de agosto, cuando sólo faltan unas horas para el momento de la verdad, «los pirotécnicos tenemos los nervios a flor de piel en el momento del disparo, porque el Castell de l’Olla, como ya he dicho, tiene unos condicionantes especiales».

Y no sólo por lo evidente, sino por «el hecho de disparar con un sistema de radio, sin poder meterte en la zona de fuego si hay algún problema… todo eso hace que estés todavía más nervioso».

Una ‘pantalla’ de 600 metros

Una dificultad técnica a la que hay que añadir la que emana de la propia orografía de la zona de la Olla de Altea ya que «tienes que cubrir un espacio. En este caso, sólo tienes cinco posiciones y tienes que llenar un frontal de 500 a 600 metros».

Una zona enorme y, encima, «las plataformas miden lo que miden. Las dimensiones son pequeñas y cubrir 600 metros de cielo para que todo el público pueda disfrutar del espectáculo comporta que tienes que tener un montaje muy diferente al que puede ser habitual».

Por mucho que se le insista, Fernando Trotonda no devela ni medio detalle de lo que se podrá ver el día 12 de agosto. Confirma, claro, que habrá los famosos ‘pavos reales’ tan «marca de la Cofradía», pero eso no es ningún secreto. Eso, en todo caso, era una «condición indispensable» para aspirar a disparar en la Villa Blanca.

El responsable del castillo explica que «va a ser algo muy estético e innovador. Muy hecho con los sistemas pirodigitales que hoy en día trabajamos y que te permiten hacer creaciones digitalizadas. Hay novedades, pero vamos a esperar a mostrarlas el día 12 de agosto».

Un castillo sostenible

José Pérez Gorgoll, presidente de la Cofradía del Castell de l’Olla, subrayó que uno de los motivos por los que se decidió apostar por Vulcano fueron sus propuestas de respeto medioambiental. Trotonda sentencia que «sabemos que vamos a generar una serie de residuos, pero intentamos que el impacto sea el menor posible en el entorno y el medio ambiente. Ahí proponemos el uso de cartón biodegradable o plásticos que se puedan recoger posteriormente. El Castell de l’Olla es muy sostenible. Usamos lo último que hay en este ámbito».

Y todo, para hacer posible un evento que es «el único de sus características que se hace, no sólo en España, sino en el Mediterráneo. Hay otros eventos similares, pero ninguno de este calibre. A nivel mundial se hacen muchos y muy buenos espectáculos; pero es cierto que por la idiosincrasia que tiene, es un espectáculo de referencia».