El editorial de los lunes: Rubiales, el chapapote que todo lo mancha

Benidorm

Hoy es lunes, 4 de septiembre de 2023 y quedan unos 285 días para el final de temporada de esta nueva andadura de Ser Deportivos Marina Baixa. Durante todo ese tiempo, será la actualidad de nuestros atletas y equipos; los resultados que todos ellos consigan, la llegada de pruebas y citas de mayor o menor calado o las historias humanas que nos vayan llegando las que vayan componiendo el guion de estos 40 minutos diarios de radio deportiva.

Eso, como les decía, sucederá a partir de mañana; pero hoy, este primer lunes, en el primer programa de la nueva temporada, el que les habla suele tener el enorme privilegio de poder elegir. Uno lleva desde el pasado mes de junio, cuando despedimos al deporte en Radio Benidorm por unos meses, pensando en qué invitado podría ser el mejor para inaugurar la temporada radiofónica.

Con un ojo puesto en las noticias que nos ha ido dejando el deporte a lo largo del verano, la lista de candidatos creció y creció hasta hace un par de semanas cuando, obligado ya a tomar una decisión, hubo que ir tachando a gente.

Así, de una lista que llegó a tener hasta 30 nombres, una mezcla de razones objetivas y subjetivas (ya les he dicho que en este primer programa es el único momento de todo el año en el que uno de puede permitir el lujo de decidir basándose también en lo que le apetece hacer) sólo dos resistieron la criba final, aunque la verdad es que hacía ya algunos días que, en el fondo, sabía que el segundo nombre estaba completamente descartado.

Y entonces sucedió: en el minuto 28 de partido Olga Carmona, como Iniesta hace ya tantos años que hay una generación entera de españolitos que no lo vivió, convirtió a La Roja en campeona del Mundo y con un rotulador tan rojo como la camiseta de la Selección, rodee el nombre de quien, en realidad, hacía mucho tiempo que iba a ser la primera invitada del Ser Deportivos Marina Baixa 2023-2024.

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Pero luego pasó lo que pasó. Y el mayor segundo mayor éxito de la historia de nuestro fútbol, y hablo en este caso en orden cronológico, quedó completamente eclipsado por el asqueroso comportamiento de un tipo indigno del cargo que ocupaba. De un ‘señoro’ que, agarrándose primero la genitalia en el palco y abalanzándose después sobre Jenni Hermoso en el podio, acaparó de golpe todos los focos que, por derecho propio, tendrían que haber estado este tiempo iluminándolas a ellas.

Durante estas dos últimas semanas yo, como ustedes, he vivido en este país y he asistido no sólo al triste espectáculo que dieron varias decenas de palmeros que, como cabía esperar a poco que se conoce a los personajes en cuestión, no tardaron ni 24 horas en negar las veces que hiciera falta a un, entonces expresidente por mandato de la FIFA, al que ya sólo les faltaba referirse como ese señor del que usted me habla.

Y he visto y oído las discusiones y tertulias de barra de bar; y he seguido las redes sociales, y he observado muchas de las tertulias que se han organizado en los medios y hasta he tratado de mantenerme al día de las no decisiones tomadas por el TAD o el CSD.

Y mientras todo eso sucedía, volvía a mi lista y veía ese nombre rodeado en rojo junto al otro, el tachado. Y me preguntaba qué tenía que hacer. Porque el nombre con un círculo rojo alrededor era el de una mujer. El de una mujer de fútbol. El de una mujer de fútbol que sabe lo que es conseguir un gran logro. Y, sobre todo, el de una mujer de fútbol que sabe lo que es conseguir un gran logro y lo mucho que ha costado construir un deporte que, hasta no hace tanto, parecía uno de esos clubes de caballeros con olor a rancio y mucho humo que despejar al abrir las ventanas.

Fue entonces cuando, ya con el teléfono en la mano y el nombre de Vanessa Caamaño, entrenadora de La Nucía en la pantalla, decidí no llamar. Caamaño y su plantilla habían conseguido, hace poco menos de dos meses, el primer ascenso a la categoría nacional el fútbol femenino en la historia del club rojillo y les prometo que me apetecía mucho hablar con ella sobre lo que para ella y sus jugadoras significaba ese mundial surgido de las botas de Olga Carmona y todas las demás.

Me apetecía mucho preguntarle si desde aquel gol en la final se ha notado un aumento en el número de inscripciones en la base femenina de La Nucía. Me apetecía mucho preguntarle por cómo cree que la gran exposición mediática conseguida por La Roja iba a beneficiar al fútbol modesto.

Quería preguntarle muchas cosas… pero gracias al innombrable me encontré con que iba a ser imposible plantear una entrevista de inicio de temporada evitando el tema. Sorteando al elefante en la habitación.

Fue entonces cuando no marqué el número de Vanessa Caamaño; porque no me parecía justo que ella fuese otra víctima mediática más de un sujeto que nunca jamás debería haber tenido ni el más mínimo protagonismo. Porque cuando Vanessa Caamaño venga a este estudio, que vendrá, lo hará para ser preguntada por cuestiones de índole meramente deportiva. De su equipo y de La Roja. Del fútbol nuciero y del español. De la Liga y del Mundial. De lo que ustedes quieran… pero no de él.

Y todo esto se lo cuento porque necesitaba compartir con todos ustedes la frustración y el cabreo que uno siente cuando, dos semanas después, se da cuenta de hasta dónde ha llegado la mancha de chapapote vertida por el impresentable. Cuan jodidos nos ha dejado el paisaje como para que ni una entrevista local pueda evitar su pestilente presencia.

Así que volví al papel y marqué el segundo número. El del inicialmente relegado al banquillo para otro momento de la presente semana. Un hombre, en este caso es un hombre, que tiene ante sí reto de dirigir el primer capítulo de lo que todos esperamos que sea el verdadero renacimiento del fútbol en Benidorm. Un tipo que se está enterando ahora, a la vez que ustedes, de que, en realidad, no era mi primera opción y que espero que se lo tome con la misma deportividad que él le pedirá a sus jugadores cuando decida dejarles en el banquillo o, a lo peor, fuera de la convocatoria.