TM Benidorm y Ademar de León firman tablas en un duelo de altísimo nivel
El equipo local consiguió salvar un punto cuando sólo restaban tres segundos de partido (26-26)
Benidorm
El que midió al TM Benidorm y al Ademar de León volvió a ser, una vez más, uno de los platos fuertes de una jornada de la Liga Asobal, en este caso la segunda, en la que la igualdad y la altísima intensidad de juego de ambos equipos que, de nuevo, evidenciaron la rivalidad e igualdad que han venido caracterizando sus enfrentamientos a lo largo de la última década.
Los aficionados, que acudieron en masa a las gradas del Palau d’Esports para resenciar el debut liguero como local del TM Benidorm, sufrieron y se divirtieron a partes iguales con el espectáculo que, desde el inicio mismo del partido, ofrecieron los dos equipos en el 40x20.
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No hubo siquiera concesión a los típicos minutos de tanteo o estudio entre los dos rivales, que se lanzaron desde el pitido inicial a un juego rápido y duro, en exceso por momentos, que pese a su espectacularidad no se traducía en una gran cantidad de goles, llegando al primer cuarto de hora con un exiguo 6-6 en el luminoso.
Sin embargo, fue justo en ese momento, con la aportación clave de un ‘Colo’ Vainstein que se estrenaba como capitán local, cuando el TM Benidorm encadenó tres ataques letales consecutivos para llevarse el marcador al 9-6, lo que obligó a Daniel Gordo, técnico leonés, a pedir el primer tiempo muerto del encuentro.
Cantera, veteranía y fichajes
De ahí al descanso, emergieron dos figuras fundamentales en el juego benidormense: el canterano Dani Zhukov, soberbio en defensa, y el veterano Juan Carlos Sempere, letal en ataque. Todo ello, unido a un segurísimo Krystian Witkowski, que en dos partidos ya ha demostrado lo acertado de su fichaje como portero de los azules.
Con ellos liderando un juego que no bajaba en intensidad, se llegó al ecuador del partido con un resultado favorable a los locales de 13-10 que dejaba las cosas muy abiertas para la segunda mitad.
El TM Benidorm volvió a la cancha menos ‘enchufado’ que un Ademar de León que en tres ataques consecutivos colocó la igualada e, incluso, se llegó a poner por delante antes de que los de Sergio Carballeira pudieran reaccionar para comenzar un intercambio de golpes en los que unos y otros iban intercambiándose la delantera sin tener nunca más de un gol de ventaja, iniciándose el último cuarto de hora del encuentro con una ligerísima ventaja local por 20-19.
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Pero el TM Benidorm no era el de la primera parte y comenzó a aparecer la sombra de la duda en una plantilla que vio como su rival elevaba su índice de efectividad convirtiendo prácticamente cada ataque en gol convirtiendo en una auténtica sangría el extremo derecho del ataque leonés.
Pasaban los minutos y el TM Benidorm no encontraba la manera de darle la vuelta a la situación, llegando al 55 de partido con empate a 24 y todo por decidir.
El tramo final fue de infarto. Cada ataque podía ser el definitivo y los dos equipos lo sabían. Cada defensa iba a ser fundamental, y los dos lo sabían. Era un juego de nervios, más que de balonmano. Una guerra psicológica en la que emergió, frío como el hielo, un Tommaso De Angelis que había fintado ya en muchos disparos y que hizo lo propio, como si fuera el primer minuto de partido, para colocar el 25-24 con dos minutos y medio por delante, pero una pena máxima convertida por Juan Castro volvía a igualar la cosa.
Funcionó de nuevo el extremo derecho visitante para poner el 25-26 el marcador que los benidormenses podrían haber revertido de no haber sido por la precipitación en el penúltimo ataque local, que se frustró por pasos y que acabó con toda esperanza de victoria. Con el empate ya como única meta, Ademar perdió la posesión al agotar una amenaza de pasivo.
Restaban 18 segundos. Tiempo muerto y siete contra seis en la cancha. Se hizo un silencio casi sepulcral en el Palau. Los benidormenses se pasaban la bola como si tuvieran todo el tiempo del mundo hasta que, con tres segundos sólo para el final, Sempere perforó la portería leonesa para, al menos, arrancar un empate que, dado lo dramático del final, supo a victoria y así se celebró sobre la cancha.