El frasco y el ratón

Alcoy

Un día un pequeño ratón encontró un frasco y se subió a él. Al mirar en su interior vio que estaba lleno de granos de trigo. Decidió que ya no tenía que preocuparse por buscar comida y se sintió muy feliz.

Empezó a comer, pero no se dio cuenta que cuanto más comía más lejos estaba de la boca del frasco. Cuando se comió el último grano y llegó al fondo, se dio cuenta de que estaba atrapado y de que ya no podía salir, de que para seguir viviendo iba a depender de alguien que le diese comida, ya no podía elegir que hacer ni que comer.

Esto nos hace pensar que las cosas muy fáciles de conseguir a corto plazo pueden llevarnos a trampas a largo plazo; que cuando decimos aceptar cosas que no requieren esfuerzo para conseguirlas podemos caer en una dependencia de la que no podremos escapar.

Cada uno de nosotros pose unas características y unas habilidades que nos hacen distintos de los demás, si no trabajamos esas habilidades, al final pueden acabar por desaparecer. Si perdemos la capacidad de elegir lo que queremos, perdemos algo mucho más importante, perdemos la libertad para ser quien queramos ser.

Tenemos que pararnos a pensar que queremos, que deseamos y no dejar que otros decidan por nosotros. Si nos equivocamos de decisión, quizá sea tarde cuando nos demos cuenta y ya hayamos agotado nuestros recursos para dar marcha atrás.

La libertad es un bien que ha costado mucho de conseguir y hay que luchar día tras día para conservarla.

No olvidemos que nada en esta vida nos llega sin esfuerzo, y si llega sin esfuerzo, tal vez sea un engaño. Así que, ante las cosas demasiado fáciles, démonos un tiempo para recapacitar antes de decir SÍ.