Alicante, a siete horas del Cantábrico
La Columna de Carlos Arcaya: «Alicante, a siete horas del Cantábrico»
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Alicante
Con la apertura de la variante de Pajares, Alicante ya está a siete horas del Cantábrico. El AVE nos ha acercado ahora a Gijón y a Oviedo, pero llevamos un año viendo como llegan miles de viajeros desde Ourense y León. Y también desde Valladolid, Palencia y Zamora.
Todo ello ha sido posible gracias al desarrollo de estas líneas, pero sobre todo a que los trenes de Alta Velocidad que parten desde Alicante llegan a la Estación de Chamartín-Clara Campoamor, que en el futuro se va a convertir en el mayor nodo de comunicación de nuestro país. Si no fuera así, no podría haber -de momento- trenes directos con las capitales del norte de España -y las que quedan- y los pasajeros tendrían que hacer complicados transbordos.
Cuando se tomó esta decisión, por parte de ADIF, surgió una controversia que superó como suele ser habitual los limites normales y nos volvió a instalar en esa marginación eterna que sufre esta provincia, especialmente de manos del malvado Pedro Sánchez.
Ahora vemos las ventajas. También obviamente tiene algunos inconvenientes, como que las conexiones con las capitales andaluzas se han complicado, pero hay a quienes les sobra populismo. Todo no puede ser una conjura contra Alicante.