La violencia nunca puede ser el camino
El Valencia merece otro máximo accionista, otra gestión societaria y deportiva, pero hay líneas rojas que el entorno de un club tan grande jamás debería traspasar

Pancarta de Yomus contra Corona

Valencia
La casualidad -o no- ha querido que justo hoy 13 de febrero se celebre el Día Mundial de la Radio. Si tuviera que elegir un motivo por el que me acerqué a este maravilloso medio en el que me muevo hace ya más de 20 años lo tengo claro: José María García me marcó tremendamente en mi infancia. Quise ser periodista deportivo al descubrir la forma de trabajar -y vivir- de uno de esos profesionales pioneros que dejan huella en las generaciones que le siguen. Podría describirlo con decenas de adjetivos, pero el que mejor define a José María, en mi criterio, es valiente. García fue un valiente siempre. Contra todo y contra todos. Presidentes, directivos, entrenadores, jugadores... y violentos. Eso le granjeó enemistades de todo tipo durante años, pancartas amenazantes en estadios e incluso algunas escenas de dudoso gusto en gradas repletas de ultras.
Siguiendo esa referencia que marcó García, hoy que además es el Día Mundial de la Radio, tenía que escribir esto. No es lo cómodo. No es lo fácil. Pero cuando uno termina la carrera de periodismo, tiene la suerte de ejercer la profesión más de 20 años y además tiene delante un altavoz tan poderoso como el de la Cadena SER, hay una serie de obligaciones que no se pueden ni se deben eludir.
No conozco ningún valencianista que quiera a Peter Lim un día más en el Valencia. Lo escribo como lo siento. A ninguno. Casi todos los que tengo en mi entorno cercano incluso pondrían dinero de su bolsillo -poco o mucho, en función de la economía de cada uno- para que mañana mismo el club amaneciera con otro máximo accionista. Pero, afortunadamente, tampoco conozco a ninguno dispuesto a hacerle escraches a los ejecutivos del club o a insultarles a voz en grito en el primer restaurante que se los/las encuentren.
No hace falta reivindicar el periodismo que hemos hecho en la SER contra Meriton antes incluso de que desembarcaran en el club gracias a la alfombra roja que les pusieron en 2013 y 2014 Amadeo Salvo y Aurelio Martínez. Desde entonces y hasta el programa de ayer mismo -comparando la gestión del mercado de invierno que han hecho Valencia y Betis- ahí están cientos de programas y miles de horas en antena. Toda la crítica del mundo. La que se merecen. Toda la exigencia de dimisiones y cambios que hemos considerado. Pero hasta ahí. Jamás hemos pasado esa línea roja.
Vídeos como el que ayer colgó la peña Yomus en sus redes sociales contra Miguel Corona la sobrepasa con creces. Y considero que es un error. Grave. Ese jamás puede ser el camino ni el motor de los cambios que tanto necesita un club histórico y enorme como es el Valencia. A mí me gusta que la afición valencianista sea noticia por la fidelidad al equipo en los momentos complicados, por cómo vació el estadio en aquel partido contra el Celta para enviar un mensaje al mundo (y, sobre todo, a Singapur), por las manifestaciones multitudinarias en las que miles de aficionados, familias completas incluidas, se lanzan a las calles exigiendo soluciones y otra gestión para el equipo de su alma.
Entiendo y comparto (ahí están decenas de programas en los últimos cuatro años retratando la decadencia del club) la impotencia, la desesperación y la frustración de la afición del Valencia. Me considero uno de ellos. Pero, con los escraches a Javier Solís -jaleados en redes sociales- o este vídeo amenazante contra Corona, entramos en un terreno peligroso que ya no es el de la crítica. Es el de la violencia. Hasta ahora ha sido verbal, pero cualquier día puede pasar a la física. Y eso no puede ni debe ocurrir. El Valencia es demasiado grande como para que permitamos eso.
El camino está marcado. Crítica sin descanso, apretar cada vez que se equivoquen, fiscalizar la gestión y señalar en todo el mundo a un gestor indigno y despreocupado, que está triturando a una entidad histórica. Hacer que se sonroje señalándole como la ruina de máximo accionista que es. Para alguien tan rico, no hay nada más dañino que castigar su reputación. Hasta que se canse y venda.
No busco likes ni aplausos. Tengo claro que, como le pasó a García, esto generará insultos y descalificaciones. Blanqueador, monchito, mamador... Todos los que digan/escriban eso se califican solos y no tienen ni puñetera idea de lo que siento por el Valencia desde que fui a Mestalla de la mano de mi padre a un partido contra el Logroñés un 6 de mayo de 1990. Creo sinceramente que estamos a tiempo de pedir sentido común. Crítica, pañuelos, pancartas, pitos. Pero sentido común. Quiero pensar que hay una mayoría silenciosa al otro lado que piensa como yo. AMUNT.

Fran Guaita
Licenciado en periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU. Trabaja en Radio Valencia desde 2013....




