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LEVANTE UD

Efecto placebo. El Levante UD firma mejores números que sensaciones desde el ultimátum a Calleja

El conjunto granota ha sido el cuarto mejor equipo de las últimas nueve jornadas, aunque haya caído a la undécima posición y con una única derrota de forma inmerecida en Cornellà ante el Espanyol

Valencia

Los puntos dicen una cosa, pero las sensaciones muestran otra realidad muy distinta. Hace nueve jornadas, una derrota ante el Real Valladolid hubiese precipitado la destitución de Javi Calleja y el regreso de Felipe Miñambres al banquillo de Orriols hasta el final de la temporada.

La victoria ante el conjunto pucelano (2-1) en un partido loco y con penaltis marrados por sendos equipos mantuvo a Calleja en el cargo. Esos 3 puntos, rompieron una racha de tres derrotas consecutivas y forman parte de los 14 puntos que ha sumado en estas últimas nueve semanas.

El balance ha sido de 3 victorias en el Ciutat de València, cinco empates y una única derrota en Cornellà ante el Espanyol con un error garrafal del árbitro principal y del colegiado VAR que no señalaron unas manos clamorosas de Keita Baldé en el último suspiro del añadido y con (1-1) en el marcador.

Los números dicen que el Levante es el cuarto mejor equipo de los que pelean por el ascenso desde el ultimátum a Calleja, solo superado por los 17 puntos del Burgos, los 16 del Real Oviedo y los 15 del Eibar.

También sumaron 14 puntos el Elche y el Racing de Ferrol, al que la escuadra granota visitará este domingo en A Malata. En esta particular clasificación, el Racing de Santander sumó 12 puntos, once el Leganés y 9 el Real Valladolid.

Sin embargo, las sensaciones que el Levante dejó en estos nueve partidos distan mucho de la fiabilidad, de la intensidad y de la regularidad que debería demostrar un equipo que viene trabajando desde el mes de julio en una idea de juego.

El de Calleja sigue siendo un equipo indescifrable y que disputa una decena de mini-partidos en tan solo 90 minutos, capaz de salir enchufado durante el primer cuarto de hora y diluirse como un azucarillo hasta encajar un primer gol, ganar cómodamente al descanso y tras el paso por el vestuario cometer errores que meten al rival en el encuentro con penaltis absurdos, como los de Capa frente al Huesca o con anterioridad de Álex Valle en Ipurua.

En esta secuencia de nueve encuentros, ha jugado hasta en tres ocasiones con superioridad numérica y nunca la supo aprovechar para imponerse a su rival. Cincuenta minutos en El Molinón (0-0) sin generar ni una sola ocasión, setenta minutos contra el Huesca al que le ganó con dificultad (2-1) y el último cuarto de hora ante el Tenerife (0-0) que mereció ganar y dispuso de varias ocasiones para llevarse la victoria de Orrriols.

Cada falta frontal o lateral del equipo contrario se convierte en una acción de mucho peligro. El VAR ha tenido que intervenir hasta en cuatro ocasiones para anular cuatro goles recibidos en ajustadísimos fuera de juego en duelos directos ante el Valladolid, Albacete y Leganés.

En este tramo de la Liga Hypermotion, la buena noticia es la explosión del mediapunta Carlos Álvarez, que partiendo desde la derecha se ha convertido en el futbolista más resolutivo con dos goles y una asistencia. Dos grandes disparos desde la frontal han significado puntos, pero todo su talento en el regate y todos sus pases interiores no son rentabilizados por Dani Gómez, Iván Romero y Bouldini.

La estructura más utilizada es un 4-4-2, con cuatro centrocampistas en la medular, cuyos interiores en fase ofensiva se suman al ataque pisando la frontal del área rival, liberando las bandas para la subida de los laterales. Esa supuesta superioridad y esa iniciativa en el juego solo se ve reflejada en rangos de posesión inocua, con múltiples pases intrascendentes en la medular y que no generan ninguna profundidad.

La plantilla que construyeron Felipe Miñambres y Calleja carece de extremos puros y la velocidad en banda solo aparece en los instantes del arrebato final con Andrés García, Brugui y Cantero. Un supuesto asedio contra la portería rival, que ni tan siquiera se produjo en los dos últimos empates a nada frente al Tenerife y el Leganés en Orriols. Ambos equipos fueron superiores en la segunda mitad.

El Levante es mucho más alegre y efectivo cuando juega al contragolpe, cuando juega al espacio para Fabricio o con balones a Bouldini y con una presión alta para conseguir un robo que inicie una segunda jugada con la defensa rival abierta o desprotegida, con flechas como Andrés García por la derecha o Cantero por la izquierda. Son partidos más abiertos, en los que generas mucho más y en los que en el intercambio de golpes tendrías que salir vencedor en un mayor número de ocasiones.

El Levante sigue viviendo bajo el efecto placebo de sus once empates en 26 jornadas y deberá mejorar con urgencia muchas cosas en el último tercio de la competición si quiere meterse en la grupeta de equipos que pelean por meterse en los play off de ascenso o incluso en una segunda plaza de ascenso directo de la que se ha distanciado en 7 puntos.

Quedan 16 jornadas, 48 puntos en juego y observando la conducta y nivel del resto de equipos hay tiempo para soñar con todo, pero Calleja necesita que el Levante gane partidos, los aficionados ansían identificarse con un patrón de juego y sobre todo que el comportamiento de su plantilla no sea bipolar cada fin de semana.

José Manuel Alemán

Redactor de Deportes en Radio Valencia