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¿Por qué el fuego se propagó tan rápido en el incendio de Valencia? Así funciona el efecto chimenea

Un incendio en la quinta planta de un incendio de Valencia ha acabado devorando 138 viviendas

Bomberos trabajan en el incendio. / Manuel Bruque (EFE)

Madrid

Un pequeño fuego en la quinta planta de un edificio de Valencia ha derivado, en apenas unas horas, en uno de los peores incendios de la historia de la ciudad. Todo comenzaba en torno a las 17:30 horas en un bloque de viviendas situado en el cruce de la avenida del Maestro Rodrigo y la calle Poeta Rafael Alberti, cuando los vecinos y vecinas identificaban por primera vez el foco del fuego y hacían todo lo posible para abandonar su casa cuanto antes. Apenas unas horas más tarde, las llamas consumían por completo dos bloques unidos de viviendas, de 14 y 10 plantas, en el que hay 138 viviendas y donde viven unos 450 vecinos.

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¿Cuáles han sido las claves que han favorecido a la rápida propagación del fuego? Principalmente el revestimiento de poliuretano que cubría la fachada del edificio, puesto que puede ser muy inflamable una vez se calienta. A pesar de que a día de hoy está prohibido trabajar con este tipo de materiales, principalmente por su peligrosidad, los promotores de este bloque de viviendas se decantaron por el poliuretano cuando todavía era legal para vestir su edificio. Pero este no es el único factor que ha facilitado la rápida propagación del fuego en el incendio de Valencia.

El efecto chimenea

El efecto chimenea también ha resultado clave. Como ya pasara en el incendio de la torre Grenfell (Londres), que acabó con la vida de 72 personas en junio de 2017, el fuego originado en la quinta planta del edificio de Valencia se ha propagado rápidamente por todo el bloque como consecuencia del movimiento del aire que entra y sale de los edificios a través de aberturas no selladas como resultado de la flotabilidad del aire. Todo ello a través de una cavidad entre el revestimiento exterior de aluminio y el aislamiento interior del edificio, los cuáles han formado una especie de chimenea que ha arrastrado el fuego hacia el resto de plantas del edificio.

Esta flotabilidad será mayor o menor dependiendo de la diferencia entre la densidad del aire interior y exterior, que se produce tanto por las temperaturas dispares y la humedad. Cuanto mayor sea la diferencia térmica y la altura de la estructura, mayor será la fuerza de flotación y el efecto apilamiento, lo que permitirá que el fuego pueda viajar con mucha más facilidad por el resto del edificio.

Cómo hacer frente al efecto chimenea

Como este tipo de edificios no están totalmente sellados, ya que han sido revestidos en esta ocasión a través de poliuretano, el efecto chimenea genera infiltraciones de aire en la fachada que puede ser utilizadas con varios fines. Mientras que en los meses de frío puede ser utilizado para evitar que las temperaturas sean demasiado bajas, en el verano puede resultar clave para evitar la acumulación de calor en la fachada. Sin embargo, también puede convertirse en una trampa en caso de incendios, tal y como hemos visto este jueves en Valencia.

Pero este no es el único factor que contribuye al efecto chimenea. En el interior de los edificios también podemos encontrar otros puntos clave que pueden generar este tipo de situaciones. Desde las escaleras hasta los ascensores, por donde el fuego se puede mover con gran facilidad. Mientras tanto, los tabiques interiores, los suelos y las separaciones contra incendios pueden mitigarlo, convirtiéndose así en grandes aliados en caso de que se produzca cualquier tipo de fuego en un edificio.

La fachada y el viento, otros factores clave

La rapidez con que las llamas se han extendido también se explica por la fachada, que estaba construida de un material combustible, y al viento, según ha explicado a Europa Press el catedrático del departamento de Ingeniería Civil de la Construcción y de Proyectos de Ingeniería Civil de la Universitat Politècnica de Valencia, Antonio Hospitaler.

En concreto, según la especialista que peritó el edificio hace unos años, Esther Puchades, la fachada contenía poliuretano, que es altamente inflamable, "y eso es lo que ha ocasionado que el edificio ardiera en menos de media hora", ha señalado en declaraciones a À Punt. La perito ha detallado que el inmueble se construyó en 2005 y, en aquel entonces, este material "no tenía la fama" con la que cuenta en la actualidad después de varios incendios ocurridos por su presencia en los últimos años.

En ese mismo sentido, el catedrático Antonio Hospitaler, que estuvo en la torre Windsor de Madrid después de que ardiera en 2005, ha detallado que la propagación por fachada es "mucho más rápida que un incendio al aire libre" y que, si esta hubiese estado construida con ladrillo y no con un material combustible, "no se hubiera propagado".

Hospitaler ha precisado que el Código Técnico de Edificación desde el año 2006, y con modificaciones recientes que ha habido, —tras 2017— "previene ese tipo de situaciones y que los materiales de la fachada no sean combustibles para evitar una propagación de incendios por ella".

"La fachada tiene una propiedad física en la que se le pegan las llamas y, al hacerlo, suben a toda velocidad y entonces, el incendio se extiende por toda la fachada rápidamente. Eso ha provocado que se rompieran los cristales de las viviendas y se proponga el incendio al interior de las casas", ha detallado.

El ingeniero ha indicado que las investigaciones deberán determinar el origen, si las llamadas comenzaron en el interior de una vivienda, pasaron a la fachada y, de ahí, al resto del edificio, o si se originó en la propia fachada.

David Justo

(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en...