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ANÁLISIS VALENCIA BASKET

Álex Mumbrú y La Fonteta: ser feliz o tener razón

El posicionamiento público de Justin Anderson, Chris Jones y Stefan Jovic a la conclusión del partido contra Murcia y en sus redes sociales debería provocar una reflexión conjunta en el entorno taronja, al menos hasta final de temporada

Diferentes publicaciones de Instagram de jugadores de VBC en apoyo de Mumbrú

Diferentes publicaciones de Instagram de jugadores de VBC en apoyo de Mumbrú

Valencia

El vestuario de Valencia Basket va a muerte con Álex Mumbrú. Es algo que en la Cadena SER sabíamos perfectamente y que les hemos contado al detalle en las últimas semanas. Un tiempo en el que la música de viento contra el entrenador ha ido aumentando de decibelios en las gradas de La Fonteta. El respetable no ha metabolizado bien la eliminación copera contra el Real Madrid y algunos partidos de rendimiento muy pobre del equipo, tanto en Liga Endesa como en Euroliga (Granada, Bilbao, Unicaja, Fener...). Les explicaba hace unos días que, a la conclusión de alguno de esos encuentros en La Fonteta en los que Mumbrú recibía pitos en su presentación, varios jugadores se habían mostrado especialmente cercanos con Álex para hacerle saber que lamentaban esas críticas y que iban a hacer todo lo posible por revertirlas.

La postura del vestuario taronja ya no es simplemente una información periodística que puedan trasladar medios como la Cadena SER. Esa postura ya es pública y manifiesta porque los propios jugadores se han encargado de contarla dónde suelen hacerlo en pleno 2024: sus redes sociales. Aprovechando una fotografía excelente de Isaac Ferrera en la que Justin Anderson abraza a Mumbrú a la conclusión del partido de ayer contra UCAM Murcia, miembros del vestuario como el propio Justin, Chris Jones o Stefan Jovic han dejado claro su apoyo absoluto a Álex y la unidad del grupo. Con expresiones como "together" ("juntos") o "that`s how the team works" ("así es cómo funciona el equipo"), ratifican esas informaciones relativas a la situación del vestuario que les hemos ido radiografiando desde febrero.

Me pareció especialmente preocupante lo sucedido durante y a la finalización del partido contra el Bayern Munich. Solo 5764 espectadores en las gradas y un ambiente gélido. El equipo estaba apurando sus opciones de clasificación para el play-in de Euroliga ante un rival directo y la atmósfera se asemejaba más al torneo de La Galleta que a un enfrentamiento clave de la máxima competición continental a finales de marzo. La Fonteta, que cuando se enchufa y se convierte en caldera gana partidos, es ahora mismo un congelador.

Lo cómodo -y lo populista- llegados a este punto, sería subirnos a ese tren de la demagogia y empezar a pedir cabezas. Pero no creo que sea el momento. Por muchas razones. La más poderosa está en esas publicaciones de Instagram de Justin, Chris y Stefan. Ese equipo no está muerto. Ganará o perderá contra Maccabi. Pero no está muerto. Ni el vestuario descompuesto. Y, créanme, ha habido temporadas muy recientes en las que, a estas alturas, sí lo estaba. Aquí somos los primeros en señalar que segundas partes como la del Real Madrid en Copa, que partidos como el de Bilbao o Fener hace unos días están muy lejos de la Cultura del Esfuerzo. Pero también queremos ser los primeros en contar el enorme esfuerzo que el roster está haciendo desde enero jugando muchos partidos sin Davies ni Touré. Queremos ser los primeros en poner en valor los partidos contra Bayern, Mónaco y Murcia, una semana compleja de la que el equipo sale reforzado. Hay que contarlo todo, lo bueno y lo malo. Las multas por sobrepeso y los jugadores que se infiltran o fuerzan lesionados para ayudar. Esa es nuestra función.

Digo esto de contarlo y valorarlo todo porque, de un tiempo a esta parte, percibo un sector de aficionados que, ante partidos como el de ayer de UCAM Murcia, solo ven el horrible tercer cuarto. Es verdad, el equipo se atascó contra la defensa rival y no hubo soluciones para suturar ese parcial abierto que casi cuesta el partido. Pero hay que ver más cosas. Hay algunos que no ven -o no quieren ver- la muy buena primera parte (viniendo de semana con doble encuentro Euroliga) o la reacción del equipo estando siete bajo a falta de tres minutos. Percibo un sector de aficionados que anteponen tener razón a ser felices, aunque para tener razón tenga que perder Valencia Basket. Esa es una enorme contradicción. No sé si podría vivir con ella. Yo prefiero ser feliz... y esperar a que termine la temporada. Ahí -con información- haremos los juicios que procedan y correspondan.

Si la temporada termina mal, Valencia Basket tendrá que reflexionar y, muy probablemente, Mumbrú no seguirá un tercer año. Terminar mal sería, por ejemplo, caer en primera ronda de playoffs. Si se da ese escenario, habrá cambio de entrenador al 99'99%. No se puede vivir de espaldas a la realidad y me consta que el club no lo hace. Sé perfectamente que preocupa el descenso en la afluencia de espectadores al pabellón y la desconexión grada-equipo. Ha habido reuniones con peñistas, hay contacto periódico con aficionados y, fundamentalmente, hay ejecutivos al cargo que saben de baloncesto. Es innegable que, viniendo de un mal año en la 22/23, el equipo dejó de ser reconocible a través de la defensa en el cuarto mes de competición y ya no ha tenido continuidad en el rendimiento ni es reconocible. Nadie puede negar eso. Ni el propio Álex. Esa inconsistencia que todos hemos visto. Esos partidos muy deficientes contra Bilbao, Granada o Fener y el desencanto de la grada estarán sobre la mesa de Enric Carbonell y Luis Arbalejo a la hora de tomar una decisión. Como también lo estará haber llegado a semifinales de Copa del Rey y el rendimiento de Valencia en Euroliga. Estar en 14-15 victorias, todavía con opciones de play-in, teniendo uno de los 3/4 presupuestos más bajos de la competición continental es meritorio. Más si cabe con el problema en el 5 que el equipo ha arrastrado casi toda la temporada.

Pero, además de reflexionar el club, creo que también debe hacerlo un sector de aficionados. Está muy bien la exigencia. Si Juan Roig es exigente, es lógico que 7.500 abonados que pagan religiosamente su abono también lo sean. Pero de exigir a triturar hay una diferencia considerable. Aquí se ha pitado a Pedro Martínez un mes antes de ganar la única Liga ACB en la historia de la entidad y después de ganar 28 partidos consecutivos. Se ha pitado a Ponsarnau, que hizo una labor muy ingrata a nivel interno (19 victorias en Euroliga) y ganó la Eurocup... Álex Mumbrú no es Phil Jackson ni la reencarnación de Red Auerbach. Ha cometido errores e intuyo que, si las cosas no salen de aquí a junio, será el primero en aceptar que su tiempo aquí ha terminado. Pero veo bastante injusto el trato que está recibiendo en el pabellón prácticamente desde el primer día, posiblemente porque llegó después del proceso frustrado de negociaciones con Pedro Martínez en el verano de 2022.

Una vez acabe la temporada, si el grupo no revierte la situación, ya habrá tiempo para que todos esos que ahora no son felices ni en las victorias se pongan la medalla y nos recuerden que tenían razón. Mientras tanto, Álex Mumbrú y los jugadores agradecerían que el congelador vuelva a ser caldera. Ahí están sus stories de Instagram como muestra inequívoca de lo que la Cadena SER les viene contando en las últimas semanas. Esos chavales están pidiendo ayuda al pabellón y una tregua para su coach. Una tregua hasta el último partido de la temporada. A muchos se les ha olvidado. Pero La Fonteta gana partidos.

Fran Guaita

Fran Guaita

Licenciado en periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU. Trabaja en Radio Valencia desde 2013....

 

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