El lobo y el cordero

Alcoy

Nos cuenta Esopo que un buen día un lobo y un cordero coincidieron en un río. El lobo estaba bebiendo en la parte alta del río, mientras que el cordero lo hacía un poco más abajo.

- Estás removiendo el agua y no puedo beber tranquilo – Dijo el lobo al cordero.

- Eso no es posible – Contestó el cordero – El agua discurre de ti hacia mí.

El lobo dejó de beber y fue acercándose.

- ¿Por qué me insultas? – Preguntó el lobo.

- Yo no te insulto – Respondió el cordero.

El lobo se acercó un poco más.

- Hace un año tu padre me dijo lo mismo – Dijo el lobo.

- Hace un año yo no había nacido y pudo ser otro animal – Respondió el cordero.

El lobo siguió acercándose mientras iba acusando al cordero de cualquier tontería. Cuando estuvo muy cerca de él, le dijo:

- Aunque no puedo rebatir tus argumentos, tengo la intención de cenarte hoy.

Y así lo hizo, lo mató y se lo comió allí mismo. Cuando un lobo se empeña en tener razón, los pobres corderos están sentenciados.

¿Cuántas veces a lo largo de nuestras vidas nos hemos encontrado cara a cara con los lobos, con esas personas amargadas que sólo quieren hacernos daño?

Cuando nos encontremos ante un lobo, lo mejor es no intentar razonar con él, no perder nuestro valioso tiempo intentando explicarle aquello que no quiere entender. Es mejor dejarlo y alejarnos de él.

Seamos corderos inteligentes y no lobos amargados.

Feliz semana y feliz mes de las flores y de María.