El destino y la Segunda División se empeñan en que el Elche juegue el playoff

La Segunda División, la Liga más dura de Europa, y el destino parece que se han empeñado en que el Elche Club de Fútbol que dirige Sebastián Beccacece esté en las eliminatorias de ascenso a Primera. Sí, así de caprichoso es el fútbol.

Un equipo como el Elche que no ha tenido un goleador en toda la temporada, es decir, un delantero que anote 12 ó 14 goles en una campaña. Al menos uno, porque los demás rivales sí que tienen en el ataque futbolistas que están siendo determinantes. ¿Qué sería de este Elche si su propietario, Christian Bragarnik, hubiese firmado un par de delanteros contrastados? Y es algo que sorprende más aún porque el empresario argentino pertenece a la industria del fútbol. No es uno de esos dueños caprichosos que se compran un club sin tener ni idea de lo que es una pelota.

Ese tipo de futbolista que en los peores días es capaz de ganarte un partido, ya sea por oportunismo, por talento o por esa finura que por desgracia no posee ninguno de los jugadores de Beccacece. Sí que les sobra pundonor, eso sí, porque corren, pelean y son intensos en los duelos, en cada acción. De hecho, el Elche domina todos los parámetros de la Liga, menos el más importante: el de la eficacia ante la portería rival.

La derrota del Real Oviedo por 2-1 en el estadio del Espanyol en el último encuentro de la jornada 40 cambia radicalmente el panorama y abre las opciones de los perseguidores. El conjunto ovetense es sexto con 61 puntos, séptimo el Sporting de Gijón y octavo el Elche, ambos con 59, mientras que el Rácing de Ferrol es noveno con 58, seguido por Levante y Burgos, los dos con 57 puntos. Si algún equipo sabe de carambolas ese es el Elche Club de Fútbol. La historia del Club franjiverde lo deja bien claro: "nada es imposible para el Elche". Por eso, el Martínez Valero registrará otra vez una gran entrada el domingo 26 de mayo a las 18:30 horas ante el Eldense. Será de nuevo otro partido dificilísimo para ambos equipos, pero de ilusión también se vive. Por la ilusión y por el optimismo todavía no hay que pagar, por suerte.