Se avecina otro verano muy cálido, aunque AEMET no se atreve a vaticinar si tanto como los dos anteriores

Valencia

De momento, de los días que llevamos de verano meteorológico (desde el uno de junio), manda la inestabilidad. De hecho, es un verano que ha comenzado extraordinariamente húmedo, por las lluvias de este mes, que son, sin embargo, prácticamente las únicas de las últimas fechas desde el episodio de la Semana Santa.

Pero los responsables de AEMET no se aventuran a avanzar nada más. Primero, porque las predicciones estacionales en el área mediterránea son una lotería. Y porque los modelos dejan entrever, seguro, un verano cálido y seco (hay un 70% de probabilidades de que así lo sea). Pero no dicen si como el pasado: de períodos cortos de calor muy intenso. O como el anterior, un continuo de días de mucho calor.

También es previsible que encadenemos muchas noches tropicales (de 20 grados o más) seguidas. Desde hace varios años es normal que eso ocurra desde mediados de junio. Tan normal que Jorge Tamayo, director de AEMET en la Comunitat Valenciana, afirma que habría que cambiar el concepto y pasar a hablar de "noches mediterráneas".

El año pasado, además, se batió el récord de noches tórridas, por encima de 25 grados. Fueron 28. No saben cuántas habrá este año, pero no serán pocas, a tenor de lo que viene ocurriendo en los últimos años. Algo que confirman los modelos de cambio climático: en los años 80 las noches tórridas eran exóticas aquí y se daban una o dos por verano.

Y lo peor por las consecuencias que tiene es la falta de lluvias aquí. Porque en el resto de España ha llovido este año por encima de la media. El año hidrológico se confirma como el más seco, de momento (y ya no es probable que eso cambie) y el más cálido.

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Todo a juego con los modelos del cambio climático que confirman un nuevo esquema de extremos. Por ejemplo, del mayo más húmedo de la historia en Alicante, el de 2023, hemos pasado el mayo más seco. Y en cuanto a las lluvias, se concentran en pocos días pero de forma torrencial lo que limita su eficiencia. Y los modelos climáticos no hablan de una estabilización antes de la década de 2040 a 2050.

Una primavera también muy cálida y muy seca

La temperatura media en los meses de marzo, abril y mayo ha sido de 15,1 grados, 1,2 por encima de la media de referencia situada en 13,9. Y la precipitación acumulada ha sido 61,1 litros por metro cuadrado, que es un 58% inferior a la del promedio climático del período 1991-2020.

Así, la pasada ha sido la cuarta primavera más cálida desde 1950. Por detrás de las de 1961, 2006 y la pasada, 2023, que es la más cálida de la serie.

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