"Los hornos de La Ceramo son un tesoro que se debe conservar por encima de todo"

València

Buena parte de la ciudadanía de València, sobre todo la más veterana o la que ha estudiado su historia, reconoce qué se esconde detrás de La Ceramo. Un nombre que esconde detrás la fábrica que entre 1888 y 1889 construyó su propietario, José Ros Surió, para albergar las instalaciones de su empresa, que llevaba el mismo nombre. Estaba centrada en confeccionar cerámica tradicional valenciana. Hace 32 años que cerró.

En 1992, su último dueño, Alfonso Pastor, se vio abocado a bajar la persiana porque era un proyecto económico inviable, tal y como ha recordado en una entrevista en el informativo Hora 14 Valencia de la Cadena SER. "Perdí mucho dinero y tuve que cerrar. Eso solo podría haber subsistido mediante ayudas oficiales", manifiesta. En la actualidad el edificio es propiedad del Ayuntamiento y está catalogado como Bien de Relevancia Local (BRL).

"Cuando todavía era propietario, propuse al Gobierno central que La Ceramo declarara monumento nacional. Se hizo un informe exhaustivo y se comprobó que había méritos suficientes para ello", rememora Pastor, aunque lamenta que finalmente no saliera adelante.

Por ello, pide a las distintas Administraciones que se pongan de acuerdo para, al menos, "salvar un tesoro que se debe conservar por encima de todo": los hornos que hay en las abandonadas instalaciones de La Ceramo. "Si eso se pierde, sería una verdadera lástima", expresa quien fuera el último dueño del complejo fabril.

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