El levantinismo recupera la ilusión y se aferra al efecto Calero
A la plantilla del Levante UD le faltan muchas cosas para ser un serio candidato al ascenso, pero ha recuperado el alma, ha recobrado su espíritu competitivo y con una demostración de voracidad para ser mejor que el rival
Valencia
El fútbol es ilusión, es esperanza, es deseo, es fe y Julián Calero se ha propuesto implantar el estado del bienestar en el barrio de Orriols.
Hacía mucho tiempo que no veía a la gente del Ciutat de Valencia con brillo en los ojos, del que es sabedor que va a disfrutar de su equipo con independencia del resultado, porque tiene la garantía de no salir defraudado, irritado o frustrado con el espectáculo ofrecido por sus jugadores.
El Levante fue el rey del empate con Javi Calleja y Felipe Miñambres. Se instaló en una mediocridad insípida y en la que únicamente el talento individual mantuvo las constantes vitales del colectivo.
El debut de Julián Calero ante su afición arrancó con un empate, pero fue diametralmente distinto a los perpetrados durante las dos últimas temporadas. El resultado fue la anécdota, no la consecuencia del fútbol practicado.
El desarrollo de los dos primeros partidos ante el Sporting y el Cádiz me retrotraen a la temporada del ascenso con Luis García Plaza y que se prolongó con Juan Ignacio Martínez, donde la fuerza del grupo era la que ganaba duelos, la que elevaba el nivel competitivo de la plantilla, la que reconectó a una grada que empujaba, la que terminó rugiendo en cada partido y la que soñó en grande siendo pequeño. Ocurrió lo inesperado. Ascenso y Europa.
Dicen que el hambre despierta el ingenio y empiezo a encontrar muchos paralelismos con aquellas temporadas de felicidad plena y que se fundamentan en la recuperación de lo que fueron las señas de identidad que hicieron del Levante un equipo incómodo, temible y que se han ido perdiendo en el gran océano de la opulencia. Un agujero negro.
Calero ha venido para ordenar todos y cada uno de los conceptos básicos e imprescindibles que se necesitan para ser competitivos en esta categoría. Poco a poco, irá dotando a sus jugadores de las herramientas adecuadas para ganar partidos. Lo de la definición de cara a la portería rival ya es una cuestión de rachas y de calidad, pero en ningún caso será por la falta de trabajo o ausencia de estrategias para conducirles al gol.
A la plantilla del Levante le faltan muchas cosas para ser un serio candidato al ascenso, pero ha recuperado el alma, ha recobrado su espíritu combativo y con una demostración de voracidad para ser mejor que el rival en cada centímetro de césped. A mi me vale.
Desconozco el lugar que ocupará el Levante en la clasificación el próximo 1 de junio, pero sí sé que a los levantinistas se les va a hacer larga la semana, porque anoche se marcharon con ganas de más, de mucho más y con el entusiasmo de ver como compite su equipo en Ipurúa, en Cartagonova y de volver a pisar el Ciutat para vibrar frente al Eldense. El efecto Calero ha calado y ese halo de positividad es contagioso.
Esperemos que el cierre del mercado granota no sea en falso y el club tenga que vender a varios jugadores importantes para corregir los más de dos millones de euros de desfase en su fair play financiero y que han impedido las inscripciones de jugadores vitales como Pablo Martínez o Vicente Iborra.
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José Manuel Alemán
Redactor de Deportes en Radio Valencia