El Aita Mari visto desde dentro: un atunero reconvertido en bodega, una mini UCI y un cocinero para catorce tripulantes

Sagunto

Desde finales de julio está atracada una de las embarcaciones de Salvamento Marítimo Humanitario que, desde 2018 surca el Mediterráneo en busca de migrantes a los que rescatar. Migrantes que, mediante pateras se adentran en alta mar con el objetivo de alcanzar la costa europea. En ese intento, lamentablemente, muchas y muchos se quedan por el camino. Y si esa triste cifra no es mayor es, en gran parte, gracias a la gente del Aita Mari. Radio Castellón – Cadena SER se ha subido a bordo de este antiguo atunero reconvertido a barco de salvamento humanitario. Lo hemos recorrido por todos lados. Todo en compañía de gente como el capitán del barco: Simón Vidal.

Una embarcación cuyo vínculo con Castellón se debe a los meses que el Aita Mari ha estado atracado en puertos como el de Burriana o Vinaròs durante las labores de preparación previas a realizar una nueva misión humanitaria. Y vínculos que no solo se explican por sus estancias en estos dos puertos de la provincia, sino por otra cuestión que tampoco puede considerarse como positiva. Las declaraciones del diputado autonómico y concejal de Vox en Burriana, Jesús Albiol, que se aventuraba a describirlos con esta palabra: “barcos negreros”.

"Me parece vergonzoso y denota que no tiene ni idea de lo que está sucediendo en el Mediterráneo central. Si lo tiene es que está mintiendo. Estos discursos, tristemente, están haciendo mella en la sociedad. Creo que están generando mucha polarización en las opiniones respecto a la migración y al racismo. No tengo muy claro si hay que dejar que hablen y se ridiculicen con sus propios argumentos o silenciar directamente un discurso puramente vacío y lleno de odio", cuenta Vidal.

14 integrantes de una tripulación convertida en familia

Allí atracados y acompañando a Vidal, están las otras trece personas que forman la tripulación. Gente venida de diferentes rincones de España que, a pesar de la variedad de edades hacen de las semanas de convivencia a bordo del Aita Mari, semanas de vida en familia. Un vehículo que, a pesar de su antigüedad está más que preparado para surcar los mares durante semanas y que, a pesar de las apariencias, tiene capacidad para 150 personas.

Porque vivir durante tantos días, tanta gente y durante tanto tiempo sin aprovisionarse de más comida requiere de una gran planificación. Baúles llenos de comida enlatada y decenas de kilos de manta listas para ser utilizadas por todos aquellos que, lamentablemente, encuentren a la deriva. Edu, de origen senegalés, es el integrante más veterano de la tripulación, y alertaba sobre la importancia de "que la gente se entere de lo que está pasando en el Mediterráneo".

En noviembre, rumbo a Siracusa

Cocineros, médicas, control de máquinas, voluntarios o fotoperiodistas. Todas y cada una de estas personas dan forma a un Aita Mari que ya ultima sus preparativos para cumplir con una nueva misión. Siracusa, de nuevo, en el punto de mira, para un equipo que ya trabaja a contrarreloj para tenerlo todo a punto de cara a su última expedición.

"La misión número catorce está prevista empezarla en las dos primeras semanas de noviembre. Nos dirigimos a Siracusa (Sicilia), que es donde pedimos el despacho. Normalmente, a la altura de Lampedusa es donde se reciben avisos de botes con migrantes a la deriva", explica el capitán del Aita Mari, Simón Vidal.