Pepe Cerdá, bombero del Consorcio de Alicante: "Si paran los colegios y las universidades, ¿por qué no paran los trayectos de repartidores? Hay que tomar decisiones seguras"
El exoficial jefe del Servicio operativo del Consorcio Provincial de Alicante, ya jubilado, que actuó en la gota fría de la Vega Baja, lamenta nuestra pérdida de memoria con las catástrofes y pide un protocolo de coordinación estatal de ayuda entre comunidades para no actuar cada una por su cuenta
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Alicante
En Hoy por Hoy Alicante, Pepe Cerdá, bombero que actuó sobre el terreno con la gota fría de la Vega Baja, insiste en el mensaje: hay que obedecer a los avisos; tanto los particulares, como a nivel social y de empresas.
Este oficial jefe del Servicio operativo del Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante, ya jubilado, lamenta nuestra pérdida de memoria tras catástrofes como la vivida hace solo unos años en la provincia.
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En este caso, explica, la cantidad de agua en Valencia fue en algunos puntos de 600 litros por metro cuadrado. Es como el volumen de agua del Ebro que llega a la desembocadura, superado en siete veces; "una cantidad de agua animal, y en tan poco tiempo, que las personas no daban crédito a la alerta porque no había una sola gota en su población y en 10 minutos se vieron gravemente afectadas".
Por eso, se pregunta por qué si paran los colegios y las universidades, no lo hacen también los trayectos de repartidores, por ejemplo. Y recalca que "tomar decisiones seguras, cuesta menos que exponerse".
Explica que, en la primera fase, se realiza la actuación terrestre y de rescate de personas bloqueadas en tejados, carreteras y a continuación la asistencia personal, la recuperación de la luz, el agua potable y la telefonía.
Cuando llegan las solicitudes de ayuda el servicio del CECOPI las pasa a los puestos de mando y estos se encargan de seleccionar la intervención y de realizar llamadas de seguimiento a las menores prioritarias.
Mentalidad de autoprotección
A veces es imposible llegar, por ejemplo, porque los medios aéreos están limitados en sus vuelos nocturnos, pero mientras, dice, hay que ejercer una mentalidad de autoprotección y "no subestimar una cantidad de agua que te llegue por el tobillo, porque hay escorrentías y puede haber obstáculos que no vemos o alcantarillas levantadas". Por eso, también se activan los drones y hay que tener en cuenta que las aguas, pese a las alta temperaturas, vienen ahora en otoño frías y pueden generar hipotermias y fallecer, advierte.
Pero Cerdá realiza también otras recomendaciones ante un episodio de estas características: el vehículo no es un sitio seguro, "hay que salir en cuanto podamos, apreciando dónde estamos", afirma.
Subestimamos la fuerza del agua, y "si el vehículo pierde el contacto con el suelo es transportado por el agua como un barco". Además, apunta que todas las carreteras están hechas en sentido perpendicular a la bajada de aguas y "se convierten en trampas increíbles". Por eso, hay que buscar los puntos más altos y las estructuras más fuertes, de hormigón y resistentes. Tampoco malgastar los teléfonos en grabar, sino ahorrar la batería y evitar que se moje. "Actuar con cabeza", resume.
Ahora mismo, explica, están en segunda fase, pero no se desestima la búsqueda de personas. "Hay una actuación muy conjunta y se trabaja como en un incendio, achicando agua y siempre pendientes de encontrar a más personas". Pero pasará mucho tiempo, dice, hasta que haya alternativas de acceso, porque por ejemplo la autovía A7, principal, está rota en muchos pasos alternativos.
Eso sí, aboga Cerdá por desplazar los recursos de una comunidad a otra, pero no actuando cada una por su cuenta, sino estableciendo un protocolo también entre comunidades. Ahora mismo se están realizando relevos in situ durante la propia emergencia, y se pueden activar protocolos a nivel de estado y sistemas de apoyo automatizados.