"Sienta bien ayudar, pero cuando quien lo vive te da las gracias, llora y te dice que no puede más...es muy duro": el testimonio de la solidaridad castellonense volcada con Valencia
Natàlia Oliete y su hermana son unas de las miles voluntarias de la provincia desplazadas hasta la Zona Cero de la catástrofe de la DANA
"Sienta bien ayudar, pero cuando quien lo vive te da las gracias, llora y te dice que no puede más...es muy duro": el testimonio de la solidaridad castellonense volcada con Valencia
Les Alqueries
Si una cosa positiva está dejando esta semana marcada por la catástrofe de Valencia debido al paso de la DANA es el reguero de solidaridad que ha emanado de toda España. No solo en calidad de donaciones de productos de primera necesidad y alimentos, sino en la asistencia directa de miles de voluntarios venidos de todos los rincones de la Comunitat Valenciana dispuestos a llenarse de barro y trabajar durante todo el día para ayudar, en la medida de lo posible, a los vecinos afectados de la Zona Cero.
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Solidaridad que emerge de provincias como la de Castellón y que se cristaliza en rostros como el de Natàlia Oliete y su hermana. Ambas, vecinas de Les Alqueries, son unas de las miles de voluntarias que en los últimos días decidieron partir hacia las áreas más afectadas por el temporal. "Ayudamos a una persona mayor que tenía toda la casa inundada y le llevamos agua, ropa y productos que necesitaba", explica Oliete en A Vivir Castellón.
Tres horas de caminata hasta la zona de ayuda
Natalia y su hermana aparcaron su vehículo en València. Desde ahí decidieron poner rumbo a Aldaia, localidad en que tenían personas cercanas afectadas. "La cuñada de mi hermana es vecina de Aldaia y fuimos ayudarla, aunque como vimos que la cosa estaba un poco más controlada donde pudimos acceder decidimos aparcar en València e ir a pie hasta Alfafar", relata.
Tres horas de caminata hasta el área concreta en que se pusieron a ayudar. "Llegas allí y no hay coordinación, te tienes ir hacia dentro, porque todo el mundo se concentra en la entrada del pueblo. Nosotros decidimos tirar para dentro con nuestro carro, la pala y el agua a las zonas donde necesitan más ayuda", comenta Oliete.
Falta de efectivos de emergencias y maquinaria pesada
"Una de las cosas que más me impactó fue que ves a todas las personas voluntarias esforzándose en ayudar, pero camiones de ejército y bomberos son cinco o seis contados. Todos en la misma avenida grande y poco a poco intentando entrar en los caminos más estrechos", advierte Oliete. Sin embargo, la misma aclara que "también es cierto que donde estábamos nosotros molestábamos a los operarios, ya que la maquinaria no podía avanzar por la gente que había".
La sensación reconfortante por haber aportado su granito de arena siempre queda ahí, pero el contacto directo con las personas afectadas se hace muy duro. "Compartimos camino de vuelta con una chica afectada de la zona que venía de ayudar en casa de sus padres. Cuando llegamos a su portal se paró y nos dijo '¿os puedo abrazar?' y se puso a llorar. Nosotros no sabíamos como consolarla, ni que decirle. Me da mucho sentimiento esto...nosotros volvíamos a Castellón, que estamos bien y ella se queda allí. Día tras día. Viendo la desolación que tiene cuando sale de la puerta de su casa. Es muy duro. Vas a hacer tu labor, te sientes bien, pero cuando alguien que ha vivido eso te da las gracias, se te pone a llorar y te dice, no estoy bien, no puedo más...para nosotras fue muy duro", recuerda entre lágrimas Natalia.