Diego Coello, 50 años congelando el tiempo
El fotógrafo y periodista de Altea repasa en ‘A Vivir Benidorm’ su trayectoria y recuerdos en la Villa Blanca
Diego Coello, 50 años congelando el tiempo
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Benidorm
Aunque el recuerdo de su rostro esté, para muchos, escondido siempre detrás de una cámara, medio siglo de congelar en el tiempo los momentos más felices (con curiosas excepciones, como explica en esta entrevista) de las gentes de Altea han convertido a Diego Coello en uno de los vecinos más conocidos y queridos de la Villa Blanca.
Por delante de su objetivo han pasado infinidad de escenas, así como rincones de su pueblo que, con el paso de los años, han cambiado o desaparecido. Él y su obra, tanto sus fotos como sus muchos artículos en prensa, son memoria pura de Altea.
“Gracias a mi trabajo y a la fotografía he podido plasmar hechos históricos y fotografiar a personas que ya han pasado. Lógicamente, la fotografía es distante, pero luego el tiempo pasa y se convierten en el recuerdo que tenemos visualizándolas”, explica en el arranque de su visita a ‘A Vivir Benidorm’, donde ha repasado algunos de los momentos más especiales de este medio siglo tras una cámara.
Y todo, desde un municipio, Altea, que pasa por ser uno de los más fotografiados (por su belleza) de la Costa Blanca. Un lugar que “ha sido muy fotografiado y lo sigue siendo porque está de moda en las redes sociales”.
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Diego Coello recuerda, en ese mismo sentido, que “Ha habido muchos compañeros fotógrafos, de otras ciudades, que me llamaban y decían ‘oye, ¿por qué no me dices sitios de Altea para fotografiar a los novios o para hacer una sesión de fotos?’. Y ahí es donde yo me hacía esa pregunta tan importante: ¿Cómo vería yo Altea desde fuera, con ojos de forastero? Por lo tanto, esa es la respuesta. Para encontrar ese encuadre diferente, me tengo que poner los ojos de forastero y descubrir rincones por los que he pasado muchas veces y no había apreciado”.
Diego Coello es, además, uno de los cronistas fundamentales a los que recurrir para entender este último medio siglo de la Villa Blanca porque, como él mismo reivindica, “llevo escribiendo en Información desde mayo de 1983. Durante estos más de 40 años he cubierto noticias de Altea y de otros lugares de la comarca”.
Diego lleva el amor por la fotografía en el apellido ya que él es, ahora que se ha jubilado, sólo la segunda de tres generaciones de fotógrafos. “Empecé a hacer fotografías de boda con 16 años y comuniones con 14, ayudando a mi padre. Él empezó la saga y mi hijo continua ahora. Bueno, la primera boda que hice fue con 16 años y acabé con 56, o sea, que hice 50 años seguidos de bodas. Una de mis ilusiones es hacer una exposición de 50 años de bodas”.
“Creo que es algo que cuenta mucho de la sociedad: los vestidos, los lugares que se elegían, la ropa que llevaban los invitados (ese paso desde las maxifaldas por el tobillo a la minifalda), la manera en que iban los novios por la calle, los peinados…”, sentencia.