"Ahora trabajamos sobre el estrés postraumático": así ayuda Cruz Roja a los afectados por la DANA dos meses después de las inundaciones

València

A punto de cumplirse dos meses desde la DANA del 29 de octubre, una de las principales vías de ayuda a la población sigue siendo la de Cruz Roja. Una organización que dos días después de la tragedia ya tenía un plan de actuación a tres años y que llegó a tener desplegados 7000 efectivos en el punto álgido de la emergencia.

Estoy en centro de salvamento marítimo que tienen en Pinedo, que ha acabado concentrando toda la actividad de estas semanas porque el centro logístico de la provincial quedó arrasado por la DANA. Estaba a 50 metros del barranco del Poyo y contenía material necesario, precisamente, para momentos como este. Lo mismo ocurrió con el 95% de las sedes de Cruz Roja en los municipios afectados.

Ahora, este espacio, lo acoge todo. Está puesto de mando de las operaciones, donde se tramitan todas las solicitudes de ayuda. Aquí también se almacenan todos los productos que se reparten entre los afectados, hoy son radiadores, deshumificadores y material de cama, según me cuenta Mario Sáiz, responsable de emergencias.

Mientras Sáiz me enseña las instalaciones, nos cruzamos con una delegación de una conocida multinacional láctea que ha realizado donaciones tras la DANA y cuyos directivos venían a ver en qué se invierten. Donaciones como esa son las que está utilizando Cruz Roja, también, para financiar una nueva iniciativa: las tarjetas monedero, que incluyen dinero para que personas afectadas puedan comprar lo que necesiten para volver a poner en pie su vida.

En Catarroja tienen un puesto donde atienden a afectados y gestionan estas tarjetas. Lo coordina Laura Sierras, directora de Cruz Roja en la zona, que asegura que el objetivo también es reactivar la economía loca

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En este mismo puesto está María Esteve, psicóloga voluntaria. Aquí y en muchos otros municipios, Cruz Roja ofrece también servicios psicosociales. Hablo con Esteve justo después de que realice lo que llaman una ventilación emocional, sacar las emociones fuera. Ella destaca que eso ha sido lo más difícil de conseguir a causa del estado de shock en que quedaron los afectados.

Un poco más lejos, en un barrio de Quart de Poblet, hay un pequeño local que continúa su actividad con normalidad. Cuando llego, están repartiendo juguetes a familias que no pueden permitirse comprarlos. Katherine, por ejemplo, ha sido voluntaria. Hoy, recoge un regalo para sus hijo después de que el agua entrase en su vivienda de Alaquàs. Para ella, migrante y afectada por la DANA, estas fiestas cobran un nuevo sentido.

Sigue habiendo mucho por hacer. Las personas afectadas siguen necesitando de la acción de las instituciones y, en su defecto, de organizaciones como Cruz Roja. Ahora, cuando el foco mediático comienza a apartarse, no está de más recordar que su situación sigue siendo la misma y que se sigue necesitando ayuda.

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