La navaja de Occam
En este programa exploramos ideas sorprendentes, conceptos clave y herramientas que transforman la manera en que hacemos marketing.
Marketing con Fran Torreblanca
Villena
Se trata de un principio filosófico que, aunque proviene de la Edad Media, tiene aplicaciones muy modernas en nuestra disciplina de marketing. Digamos que es un principio de simplicidad formulado por Guillermo de Ockham, un filósofo del siglo XIV. En esencia, propone que: "La solución más simple suele ser la correcta". Aunque esto no significa evitar lo complejo, sí nos invita a eliminar elementos innecesarios.
En marketing, donde abundan datos, herramientas y estrategias, aplicar este principio puede marcar la diferencia. Pero, para traducir esta idea filosófica en acciones prácticas, imaginemos que estás diseñando una campaña publicitaria. Tienes montones de ideas para el mensaje, los canales y las creatividades. Aquí es donde entra en juego la navaja de Occam: ¿qué elemento aporta el mayor valor al menor coste? Ese sería el planteamiento.
Eso sí. Simplificar no es sinónimo de banalizar, sino de priorizar. Al aplicar la Navaja de Occam, se eliminan hipótesis que no suman, enfoques que no aportan nada y canales que no generan impacto.
Un ejemplo: Un ecommerce detecta que los clientes abandonan el carrito. En lugar de implementar una estrategia costosa de retargeting masivo, decide simplificar el proceso de compra. Resultado: mejora la conversión sin complicaciones adicionales.
Para ayudarte a integrar este principio en tu estrategia, tienes que hacerte estas preguntas:
· ¿Cuál es el objetivo principal de la acción de marketing?
· ¿Qué elementos de la estrategia actual son prescindibles?
· ¿Estamos priorizando calidad sobre cantidad en los mensajes?
· ¿Podríamos reducir los pasos sin comprometer la experiencia del cliente?
Estas preguntas ayudan a reducir la complejidad y aumentan la claridad y efectividad de las decisiones estratégicas.
La Navaja de Occam es una herramienta tan útil como subestimada en marketing. Cuando simplificamos lo complejo, ganamos en eficiencia, claridad y resultados. Muchas veces nos dejamos llevar por la inercia y vamos complicando todo el proceso con aspectos absolutamente innecesarios que van generando confusión al público.
En una época con tanto ruido, tanta velocidad y tantas cosas por hacer, o lo ponemos fácil al cliente o cambia de opción como de camiseta.