Jaime Martínez: “El lodo de la DANA era suelo fértil que por una mala gestión del territorio acabó provocando el desastre”

La Universitat de València organiza entre este jueves y viernes, la primera conferencia científica sobre la relación entre el cambio climático, los usos y la gestión del territorio en el Mediterráneo ibérico. Más de 70 especialistas se reúnen con la finalidad de presentar evidencias sobre las causas y los efectos del calentamiento global y así analizar estrategias y emitir recomendaciones a las Cortes Generales y a los Parlamentos autonómicos. Hablamos con uno de esos expertos, que es Jaime Martínez Valderrama, y que trabaja en el Departamento de Desertificación y Geoecología de la Estación Experimental de Zonas áridas del CSIC desarrollando herramientas para el estudio de la desertificación. Además, es escritor y divulgador. Esta conferencia viene marcada, claro, por la DANA del 29 de octubre. Tres meses hablando de las inundaciones, de los efectos, de la limpieza de los barrancos, de obras hidráulicas, pero, cabe destacar que uno de los efectos de la desertificación son las aguas torrenciales y las inundaciones. «La desertificación es un tema complejo, abarca varios procesos y uno de esos, es la erosión, la erosión hídrica. Ese lodo que hemos estado viendo en las imágenes, que se ha llevado por delante tanta gente, en viviendas, negocios y que se ve como un elemento perverso, en realidad, unas pocas horas antes de esa DANA era un suelo fértil, era suelo que iba a dar lugar a cosechas, a bosques. Entonces era suelo fértil, que por una mala gestión del territorio, entre otras causas, ha acabado aguas abajo, provocando enormes desastres. Y esto es uno de los efectos de desertificación. Mala gestión del territorio», expone el experto. En cualquier caso, los expertos llevan advirtiendo de las consecuencias del cambio climático desde hace décadas. «Una de las cosas que decía en la inauguración Joan Romero, era que nosotros no veníamos ahora a dar una serie de recomendaciones o de conclusiones después de un par de meses de trabajo que es cuando se nos convocó. Realmente aquí hay muchas horas de investigación de años y al final, no es mala suerte. No es este sesgo que se le quiere dar como de que cae un meteorito, es algo inevitable o una sequía. No es mala suerte, es mala planificación», sostiene Martínez. La gestión del suelo emerge en la entrevista. Y el experto es igual de claro. «Hablo de mi especialidad, pero siempre extrapolo a otros tipos de problemas. Porque, al final, las raíces casi siempre son las mismas. Para mí es un problema socioeconómico. La desertificación se define como la degradación de las zonas áridas como consecuencia de dos cosas: variaciones climáticas y actividades humanas. Específicamente se nombran actividades humanas y variaciones climáticas que pueden ser las sequías, pero también pueden ser paradójicamente períodos húmedos. Lo que ocurre, además, después de años de esta formulación, de esta definición que es del año 94, es que esas variaciones climáticas resulta que también somos parte de ellas, somos responsables nosotros. Hay sequías más intensas por el cambio climático, es decir, que entramos por los dos lados al problema. Cuando ese suelo se ve desprovisto de cubierta vegetal, es por una razón fundamental, que es el signo de nuestra época. Es la rentabilidad en el corto plazo. Queremos producir mucho en muy poco tiempo y para eso quitamos una cosa que nosotros, seres humanos, llamamos malas hierbas, pero que no son tan malas. Son malas porque se quedan parte de la del riego de las lluvias y entonces para crecer y medrar. Entonces, las quitamos para que toda esa agua vaya al cultivo. Pero, en realidad, no son tan malas, porque lo que hacen es actuar de escudo protector frente a las lluvias torrenciales propias de estas de estas regiones». Como exponíamos, al acabar esta conferencia se presentarán evidencias sobre las causas y los efectos del calentamiento global y así analizar estrategias y emitir recomendaciones a las Cortes Generales y a los Parlamentos autonómicos. «Al final lo que hay aquí es una confrontación que es la que tiene que desaparecer entre ecología y economía. Si tú no te ciñes a cómo funciona la naturaleza, lo vas a acabar pagando. Como se está viendo. Pero es verdad que hay una serie de intereses partidistas, sectoriales, y las administraciones van cada uno a la suya, a nivel nacional se dice una cosa, a nivel regional otra. Una de las recomendaciones es armonizar todo eso. Poner un poco encima de la mesa las cosas buenas y malas que tiene cada cada política o cada actuación. Por ejemplo, uno de los de nuestros caballos de batalla es el regadío. No trato de hacer ver que son los culpables son los agricultores regantes, que curiosamente, como están reaccionando frente al cambio climático con cada vez menos agua, es poniendo más regadío para cubrirse las espaldas. Si uno ve la perspectiva de negocio y de día a día que necesita una persona pagar sus deudas, se entiende. Pero lo que queremos hacer ver es como que es necesario que un país, ponga sobre la mesa, si el regadío para qué es bueno. ¿Es bueno para nuestra balanza comercial? ¿Genera empleo? ¿Genera beneficios? Vale, pero no digamos que es bueno para frenar la desertificación. No es bueno para eso, para eso es malo», desarrolla Martínez que profundiza en este sentido, «si es tan necesario, vamos para adelante, pero se van a agotar los acuíferos,no nos engañemos, digamos a la sociedad todo lo que pasa utilizando una opción u otras, porque todas van a tener cosas buenas y cosas malas». Y dentro de esas recomendaciones la más novedosa es, «hacer un frente común. Aunque nosotros hablamos desde la desertificación, la desertificación tiene ahora mismo una estrategia más o menos reciente, pero creemos que puede ser un un vehículo para realmente canalizar todos los planes hacer un plan de planes, es decir, no podemos tratar de hacer un plan contra la desertificación por un lado, un plan hidrológico por el otro, una estrategia nacional de alimentación por el otro. Lo que se trata es de de unirnos todos y hacer hacer cosas en el mismo sentido, porque si no, a lo mejor, hacemos políticas que están ahora muy de moda de restauración, de poner árboles por todos lados, pero resulta que si hacemos eso y ya pasa en algunos sitios, resulta que empeoramos el balance hídrico de esa zona, porque los árboles chupan mucha agua, e igual no hay tanta agua como para poner un bosque alpino en un sitio mediterráneo». 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Un experto en desertificación analiza la gestión del suelo en una conferencia organizada por la UV

Jose Forés Romero

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