Así inspecciona la Guardia Civil la venta y el uso de material pirotécnico durante las Fallas para garantizar el cumplimiento de las medidas de seguridad

València

Marzo es el mes de la pólvora y el ruido. Cuando los petardos se adueñan de las calles y la mascletà hace vibrar la plaza del Ayuntamiento de València con apoteósicos disparos. Cuando particulares y profesionales adquieren y exhiben productos pirotécnicos que añaden ritmo a nuestra rutina y dejan boquiabiertos a locales y visitantes.

Precisamente, para garantizar la seguridad de todos ellos, es la Guardia Civil, con competencia exclusiva en la materia, quien inspecciona la fabricación, la custodia, el traslado, la venta y la explosión de artículos explosivos para velar por la cumplimiento de la normativa durante las Fallas, tanto en la capital como en el resto de la provincia.

Dicha labor incluye el control de los puntos de venta de petardos, en los que se comprueba que tengan la autorización en vigor, que los productos estén correctamente etiquetados, que estén debidamente integrados en el catálogo público del Ministerio de Industria y que la cantidad de material almacenado no supere el límite permitido.

275 kilos, el máximo de pólvora que puede concentrarse en la mascletà

Y eso no es todo porque, en paralelo, los miembros del instituto armado se encargan de supervisar a diario todo el proceso de montaje de la mascletà, con el objetivo de "garantizar la seguridad ciudadana". "Controlamos que vehículo y conductor dispongan de la correspondiente habilitación de transporte de mercancías peligrosas por carretera, que los productos estén bien envasados o que la zona de fuegos tenga un buen vallado y cuente con la vigilancia exterior de la Policía Local, que debe registrar quiénes acceden al recinto", según ha explicado Antonio Jesús Rodríguez, el teniente coronel responsable de la unidad de armas y explosivos de la Guardia Civil en València.

La conocida "jaula" puede albergar, como máximo, 275 kilos de pólvora, dada la proximidad de los edificios que la rodean, lo que supone una restricción respecto a los años anteriores, cuando se habilitaba un margen del diez por ciento que podía elevar la cantidad final hasta los 300 kilos.

La "enorme" profesionalidad de las pirotecnias convierte en extraña la posibilidad de ordenar su suspensión, aunque Rodríguez recuerda que tienen potestad para hacerlo "si se cometen infracciones graves".

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