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Sociedad

Elda, Novelda y Monóvar celebran la solemne Procesión del Silencio este Jueves Santo, una manifestación sobrecogedora de recogimiento y tradición compartida

Expresión silenciosa de una fe que no necesita palabras para conmover

Nuestra Señora de la Soledad. / J. Cruces

Elda

Este Jueves Santo, 17 de abril, la noche se tiñe de solemnidad y emoción en las localidades de Elda, Novelda y Monóvar, que vivirán intensamente una de las procesiones más sobrecogedoras de la Semana Santa: la Procesión del Silencio.

En Elda, el acto dará comienzo a las 23:00 h. desde el Templo de Santa Ana. Acompañadas por el resto de cofradías, las imágenes del Cristo del Buen Amor y de Nuestra Señora de la Soledad recorrerán en silencio las calles del itinerario como San Francisco, Ortega y Gasset, Jardines, Antonio Maura, y la emblemática calle Colón, finalizando nuevamente en la Parroquia de Santa Ana. Será una marcha silenciosa en la que el recogimiento y la devoción se hacen presentes a cada paso.

En Novelda, la noche comienza con una nota distintiva: la Tamborrada a las 21:30 h., que prepara el ambiente para el recogimiento posterior. A las 22:45 h. tendrá lugar la “Oración de Silencio” en la Parroquia de San Pedro, y, a continuación, a las 23:00 h., se iniciará la Procesión del Silencio. Abrirá el cortejo un grupo de timbales, seguidos por las cofradías de Nuestra Señora de la Soledad y del Santísimo Cristo de la Agonía, junto con autoridades locales. El momento más emotivo llegará en la puerta del colegio Padres Reparadores, donde el Orfeón Noveldense Solidaridad entonará cantos sacros, antes del clímax final: unas palabras de reflexión y un impresionante estruendo de tambores que romperá, por un instante, el silencio reinante.

Finalmente, en Monóvar, también a las 23:00 h., las calles quedarán envueltas en oscuridad total, únicamente iluminadas por el resplandor tembloroso de las velas portadas por los penitentes. La Hermandad del Santísimo Cristo Crucificado y María Santísima de la Esperanza recorrerán la ciudad en una atmósfera de profundo recogimiento. La ausencia total de luz eléctrica y el silencio absoluto refuerzan el impacto emocional de esta manifestación de fe, que convierte cada rincón de la localidad en un escenario de contemplación.

Estas tres ciudades, cada una con su propio carácter, comparten una misma esencia en esta noche única: el respeto, el recogimiento y la expresión silenciosa de una fe que no necesita palabras para conmover