La romería del apagón

Alicante

Volver a la normalidad. El apagón fue apabullante, nos hizo a todos iguales. Casi nadie tenía luz y a nadie le funcionaba el móvil, pero sus tremendos efectos hacen que la vuelta a la normalidad no sea igual para todos. Los más desfavorecidos, como siempre, son quienes peor lo tienen. En este caso, no hay camino de vuelta.

Y los más vulnerables, las personas mayores, con dependencia, movilidad reducida o enfermedades crónicas todavía, seguro, que tienen el miedo en el cuerpo.

Jornadas como la de ayer, con una romería que al margen de las cuestiones religiosas no deja de ser una gran expresión de unidad, demuestran -si quieren, de forma implícita- que somos una sociedad cohesionada que se preocupa también por los más débiles.

Lo de ayer es una exaltación de lo colectivo frente al individualismo, del bien común frente a los intereses personales. De la necesidad de preservar la justicia social. De ello también hablaron los sindicatos en su Primero de Mayo.

Vale, me dirán, una reflexión muy traída por los pelos. Seguro. Cierto. De acuerdo. Pero en 536 años de peregrinaciones, cosas más complicadas se abran pedido. Por no hablar de milagros.

Los alicantinos demostraron estar a la altura de las circunstancias