La maldición del conocimiento en el proceso de marketing

Villena

Hoy, Fran Torreblanca nos habla de la maldición del conocimiento. Se trata de un sesgo cognitivo que nos impide ver las cosas con la frescura de una mente principiante. Lo curioso es que cuanto más expertos nos volvemos en un área, más difícil nos resulta pensar fuera de los límites preestablecidos. Es como si el conocimiento acumulado, en lugar de liberarnos, nos encadenara a patrones rígidos de pensamiento.

Cuando alguien adquiere una gran cantidad de información sobre un tema, su mente tiende a asumir que los demás comparten el mismo nivel de comprensión. Esto dificulta la comunicación efectiva, además de reducir la capacidad de conectar ideas desde ángulos inesperados. La mente de un principiante, en cambio, se mueve con más libertad porque no está atrapada en las reglas y convenciones que la experiencia impone.

Por eso, los grandes innovadores han aprendido a cuestionar lo obvio, a desaprender y a ver con ojos nuevos lo que para otros es rutinario.

¿Cómo podemos desafiar la maldición del conocimiento?

Hay diferentes técnicas para ello. Por ejemplo, la famosa regla de las dos horas diarias para desconectar y dejar que la mente divague es una estrategia deliberada para evitar quedar atrapado en tu propio expertise. Y si no tenemos 2 horas, pues al menos unos minutos ya ayudan mucho.

Otra muy efectiva es cambiar de perspectiva de manera consciente. Preguntarse cómo vería el problema un niño, un artista o alguien ajeno al sector en cuestión puede abrir puertas a soluciones inesperadas. También ayuda exponerse a disciplinas completamente distintas, ya que la intersección de saberes genera conexiones insospechadas. De ahí que algunas de las innovaciones más disruptivas surjan cuando se combinan campos aparentemente inconexos.

Y en plan "nivel Dios", narrar las ideas como si fueran para alguien que no tiene ningún contexto previo. Explicar un concepto en términos sencillos obliga a replantearlo desde su esencia, eliminando la jerga y los supuestos que lo rodean. Este ejercicio mejora la comunicación y deja al descubierto oportunidades creativas ocultas detrás de lo que dábamos por hecho.

En un contexto donde la información se multiplica exponencialmente, la capacidad de desaprender se ha vuelto tan valiosa como la de aprender.

La verdadera innovación surge cuando combinamos la experiencia con la curiosidad inagotable de un principiante. Y si logramos escapar de la maldición del conocimiento, nos abrimos a un horizonte donde las ideas fluyen sin restricciones y el pensamiento creativo alcanza su máximo potencial.

Para finalizar, debemos dejar claro que el conocimiento es fundamental, pero que dejarnos llevar por un exceso de conocimiento nos puede limitar.

El conocimiento es maravilloso. Pero debemos saber interpretar de qué manera usarlo y que ello no condicione o limite nuestras funciones cuando nos enfrentamos a cualquier tipo de reto. Esto en marketing es clave. No tenemos la verdad absoluta nunca y ser consciente de ello nos ayuda mucho a tener criterio y tomar mejores decisiones.