Casimir y Dolors, el matrimonio de Ontinyent que conoció en persona a Pepe Mujica: “Nos emocionó su humildad y cercanía”

Ontinyent

La noticia del fallecimiento del expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, ha resonado en todo el mundo como la pérdida de un símbolo de coherencia, resistencia y honestidad. En Ontinyent, este adiós ha sido especialmente sentido por Casimir Romero y Dolors Sanchis, un matrimonio que tuvo la oportunidad única de conocer personalmente al carismático líder sudamericano durante un viaje a Montevideo en 2015.

"Yo tenía la ilusión de entrevistarlo", cuenta Casimir, quien junto a Dolors decidió lanzarse a la aventura y buscar a Mujica directamente en su famosa chacra, en el cerro de Montevideo. “Cogimos un taxi desde el centro y le preguntamos al conductor si sabía dónde vivía Mujica. Nos dijo que sí, pero también que sin cita no nos recibiría. Casimir insistió: "Usted llévenos, que nosotros ya nos apañaremos”.

Una acogida inolvidable

Contra todo pronóstico, Mujica y su esposa, Lucía Topolansky, los recibieron con naturalidad. “Nos trataron con muchísima sencillez y generosidad. Eran personas humildes, cercanas, muy inteligentes y con una gran capacidad de comunicación”, ha recordado Dolors. La entrevista improvisada se convirtió en una experiencia profundamente emotiva para ambos.

Casimir rememora entre risas una de las anécdotas más curiosas: “Cuando le dijimos que veníamos sin avisar, nos miró sonriendo y dijo: ‘Ustedes los europeos son unos prepotentes, se presentan aquí sin avisar’”. Otra broma de Mujica los sorprendió al sentarse donde normalmente lo hacían los periodistas en la mesa exterior: “Me dijo en tono burlón: ‘¡Cuidado, Casimir, ahí se sentó el rey!’”.

Un legado de coherencia y austeridad

Para Casimir y Dolors, lo que hacía de Mujica una figura tan admirada era su coherencia, su estilo de vida austero y su compromiso con la justicia social. “Era un hombre que hablaba desde la experiencia, no desde el despacho. Fue preso político, pasó 12 años en cárceles de alta seguridad, incluso encerrado varios días en un pozo. Eso lo marcó profundamente, pero también le permitió leer, reflexionar y transformarse”.

Dolors también compartió una vivencia en Valencia, cuando Mujica visitó el Centre del Carme. Ella quiso entregarle un regalo, pero los escoltas no la dejaban acercarse. “Cuando Mujica vio lo que pasaba, se acercó él mismo, molesto con los guardias. Para él, la cercanía con la gente era algo fundamental”.

Un ejemplo necesario en tiempos de desconfianza

“El mensaje de Mujica era claro: no necesitamos tanto para vivir, y la felicidad no está en el consumo”, han reflexionado. “Nos enseñó que la vida se paga con tiempo, no con dinero, y que debemos proteger los recursos del planeta”. Su figura sigue siendo hoy un referente mundial de política con valores, en contraste con la desafección generalizada hacia las instituciones.

Casimir y Dolors coinciden en que el modelo de vida y política que representaba Pepe Mujica aún es posible, aunque reconocen que la cultura dominante no lo pone fácil. “Muchos no aceptarían a un presidente sin trajes caros, sin coche oficial... Pero él demostró que sí se puede gobernar desde la humildad”.

Un mensaje para las nuevas generaciones

“El legado que deja Mujica es inmenso”, han concluido. “No solo él, sino también el Frente Amplio, ese movimiento colectivo que cambió Uruguay durante casi dos décadas. Ojalá sepamos aprender de su ejemplo y construir una política más humana, honesta y comprometida”.