Los cruceristas no son un problema

València

Hace unos meses el gobierno local decidía poner coto a los mega cruceros y anunciaba para 2026 una reducción de las escalas con el fin último de fomentar un turismo más sostenible y que gaste más. Y es cierto, el desembarco de miles de cruceristas genera problemas puntuales a la ciudad a su llegada y poco retorno porque apenas hacen gasto. Los hay que ni siquiera bajan del barco.

Pero los que lo hacen conocen una ciudad que posiblemente no hubiesen visitado por su cuenta. Cruceristas que, a pesar de las pocas horas que pasan en la ciudad, se llevan una buena experiencia de ella, la recomiendan e incluso vuelven en un futuro para hacer una estancia más larga. Ese es el verdadero valor del crucerista, el de la prescripción de València como destino. Por eso conviene situar las cosas en su contexto. Los cruceristas no son malos. Solo si es en exceso.

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