La Ermita de San Antón: Un patrimonio vivo, reflejo del pueblo
Juan Carlos Márquez, arqueólogo municipal y mayordomo de San Antón: “No es el tamaño del edificio lo que lo hace importante, sino lo que contiene y lo que transmite”
Juan Carlos Márquez, en el estudio de Radio Elda SER. / Cadena SER
Elda
La ermita de San Antón cumple 75 años desde que se colocó su primera piedra en 1950, y en Elda esta efeméride es mucho más que un número. Levantada sobre las ruinas de una antigua mezquita reconvertida en iglesia, y finalmente en ermita, el edificio es heredero de una tradición que se remonta a la Edad Media. "No es el tamaño del edificio lo que lo hace importante", afirma Juan Carlos Márquez, arqueólogo municipal y mayordomo de San Antón, "sino lo que contiene y lo que transmite: siglos de devoción, identidad y fiesta". Su localización actual, aunque distinta del emplazamiento original, permanece fiel al barrio que lleva su nombre desde hace siglos, un barrio que ha respirado tradición en cada una de sus esquinas.
Pese a su arquitectura humilde, la ermita ha sido, y sigue siendo, uno de los pilares espirituales de las fiestas de moros y cristianos. “Es una fiesta inclusiva, donde creyentes y no creyentes encuentran su espacio”, explica Márquez. San Antón, patrono entrañable, ha sabido integrarse en el sentir colectivo, más allá de las creencias religiosas. La frase “no soy creyente, pero tengo fe en San Antón” resume perfectamente este sentir popular que trasciende lo dogmático. Desde la recuperación de las fiestas tras la Guerra Civil hasta su auge en los años noventa, la ermita ha sido testigo del resurgir festero y comunitario, consolidándose como lugar de encuentro intergeneracional y de conexión con lo sagrado y lo cotidiano.
La restauración constante de la ermita y la reciente apertura visual para que la imagen del santo pueda verse desde el exterior son ejemplos del cariño colectivo que se le profesa. “El santo es de todos; nosotros solo estamos de paso para cuidarlo”, reflexiona el mayordomo. Dentro del templo, los símbolos de las nueve comparsas, la imagen de San Antón —que llegó a Elda en 1941— y las galerías fotográficas de momentos históricos, construyen un relato patrimonial compartido por generaciones. La escalera de San Antón, próxima a ser restaurada, también se integrará pronto en este paisaje urbano que conecta la fiesta con la vida diaria del barrio.
Jesús Cruces
La conmemoración de este 75 aniversario no se ha centrado únicamente en rememorar el pasado, sino en reforzar los lazos comunitarios y proyectar el legado hacia el futuro. “Queríamos contar no solo la historia de un edificio, sino de las miles de historias que se han creado a su alrededor”, afirma Márquez. Desde danzas tradicionales hasta actos conmemorativos, todo ha sido concebido como un homenaje vivo a una devoción que sigue latiendo. La ermita de San Antón, pequeña en dimensiones, sigue demostrando que su verdadera grandeza reside en ser el alma de un pueblo que se reconoce en ella año tras año.