Un año más, la Embajá regresa a la calle del Marqués, la noche del viernes de moros
Cumple su vigésima cuarta edición con sátira, crítica y un toque muy local que no deja indiferente a nadie

Elda
Como cada año, la noche del viernes de moros la calle del Marqués se convierte en un escenario único de ingenio, crítica y tradición. La embajada popular, conocida cariñosamente como la “Embajá de la calle del Marqués”, celebra su vigésimo cuarta edición con la misma precisión horaria de siempre: de 11:45 a 12:30, ni un minuto más ni menos.
Eduardo Navarro, promotor y director de esta irrepetible embajá, confiesa que el humor sigue siendo el eje principal de cada edición: “Decimos que venimos serios, pero esa ya es la primera broma. Jamás pensamos venir serios, eso está fuera de nuestro ADN”. Cada sátira es fruto de un proceso largo y meticuloso que comienza en enero. Navarro explica que primero recopila hechos y redacta una versión base del guion, y solo más adelante, hacia marzo, comienza a “buscarle los puntos graciosos a los comentarios”. El texto, que él escribe prácticamente solo, se enriquece con sugerencias de su entorno, incluidas las de sus hijos: “Quiero estar a la última, así que si me pueden chivar cosas virales de TikTok, mejor”.
Más allá del humor, la embajá también cumple una función crítica y de llamada de atención. Este año, uno de los mensajes serios se centra en la industria zapatera local. “Hay un cambio de hábitos de consumo. Si fabricamos calzado fino de señora y ahora se prefiere algo más cómodo, hay que adaptar toda la maquinaria. Es un problema real”, advierte Navarro. Este tipo de reflexión, camuflada entre carcajadas, se cuela cada año al final del espectáculo, donde se reserva un momento solemne para homenajes o reivindicaciones sociales.
Pese a las dificultades logísticas y económicas, el evento sigue adelante gracias al apoyo desinteresado de empresas y entidades. “Cada vez que tenemos un problema, siempre viene alguien nuevo a solucionarlo, sin buscarlo. Eso nos da fuerza para seguir”, dice Eduardo, agradeciendo la colaboración de Cruz Roja, Protección Civil y los patrocinadores anónimos. La representación se ha convertido en un ritual ineludible para los eldenses: “Casi mil personas se agolpan cada año, muchos pidiendo su ‘baldosa reservada’ para no perderse ni un chiste”.




