Un estudio de la UMH demuestra que las aves en agricultura intensiva viajan más lejos para alimentarse
La escasez de insectos obliga a los chotacabras a desplazarse lejos de sus nidos en fincas tratadas con pesticidas


Un estudio liderado por la Universidad Miguel Hernández de Elche, en colaboración con la Estación Biológica de Doñana, ha revelado que las aves insectívoras que habitan en entornos agrícolas intensivos necesitan desplazarse a zonas alejadas de sus nidos para encontrar suficiente alimento y asegurar el éxito reproductivo.
Durante cuatro años, un equipo de investigadores analizó el comportamiento reproductivo del chotacabras cuellirrojo en dos fincas de cítricos colindantes en la Región de Murcia: una manejada de forma intensiva con pesticidas y desbroces, y otra bajo agricultura ecológica. Pese a que ambas poblaciones mostraron un éxito reproductivo similar, los chotacabras que anidaban en la finca intensiva debían recorrer entre 2 y 8 kilómetros para encontrar insectos, mientras que los de la finca ecológica se alimentaban dentro del mismo terreno.
Este comportamiento refleja cómo la escasez de insectos en zonas tratadas con químicos obliga a las aves a gastar más energía en sus desplazamientos, lo que podría tener consecuencias a largo plazo para su supervivencia. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores marcaron a los ejemplares con dispositivos GPS y monitorizaron un total de 191 nidos, registrando parámetros como la edad de los reproductores, la densidad de parejas y las áreas de campeo.
El estudio también pone de relieve los riesgos de la agricultura intensiva sobre la biodiversidad, en particular para las especies insectívoras. En contraste, los métodos de producción ecológica, basados en el control biológico de plagas, favorecen un entorno más equilibrado y beneficioso tanto para la fauna silvestre como para el propio cultivo.
Los autores subrayan la necesidad de fomentar paisajes agrícolas más diversos que incluyan setos, zonas en barbecho, pequeños cuerpos de agua o parches de vegetación natural, que funcionen como refugios y fuentes de alimento para las aves. Estas medidas, además de preservar la biodiversidad, pueden contribuir al control natural de plagas, beneficiando directamente al sector agrícola.




