Carla Maronda, un año después: “Sigo aquí para vivir y para ayudar”
La joven de Xàtiva superó una sepsis que le arrebató las cuatro extremidades y, desde entonces, lucha por una vida autónoma mientras dedica sus esfuerzos a visibilizar y apoyar a otras personas amputadas

Entrevista Carla Maronda en "Hoy por Hoy Xàtiva".
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Xàtiva
Hace justo un año, Carla Maronda abría por primera vez las puertas de su casa a Radio Xàtiva. Hoy lo vuelve a hacer, esta vez andando por su propio pie —con ayuda de sus prótesis— y con la misma determinación con la que ha afrontado uno de los procesos más duros que puede vivir un ser humano: perder las cuatro extremidades y reconstruir la vida desde cero.
Una tragedia inesperada
En mayo de 2024, una operación rutinaria por un quiste derivó en una infección generalizada que provocó una sepsis y un fallo multiorgánico. Tras varias paradas cardíacas y un coma inducido de diez días, Carla despertó en una UCI sin saber aún que tendría que enfrentarse a una doble amputación de manos y pies. Los médicos de la UCI aseguraron que su cuerpo hizo una coagulación, y que diez de cada diez pacientes no sobreviven a ella. "Los médicos me dijeron que no había más medicina para mí, que se acababa", afirmaba la vecina de Xàtiva.
Un año después, Carla ha logrado no solo adaptarse a sus nuevas prótesis, sino también convertir su historia en un altavoz para otras personas amputadas. A través de su asociación "Tus manos son mis manos", ha conseguido visibilizar una realidad poco conocida: el altísimo coste económico, físico y emocional que supone vivir con prótesis.
Una gran red de apoyo
“Mis manos cuestan 87.000 euros cada una. La Seguridad Social ayuda, pero no lo cubre todo”, explica. En total, ha tenido que pagar cerca de 95.000 euros por las manos biónicas multi articuladas que hoy le permiten tener cierta autonomía. A ello se suma el precio de las piernas, adaptaciones, fisioterapia, atención psicológica, y un largo etcétera.
Gracias a una red de apoyo impresionante —familia, amigos, profesionales y cientos de personas anónimas que han colaborado con ella— Carla ha encontrado un propósito de vida: ayudar. Lo hace a través de charlas, redes sociales y acompañamiento a otras personas que, como ella, se enfrentan a la vida tras una amputación.

Rehabilitación y futuro
La rehabilitación ha sido, y sigue siendo, clave. Hoy entrena fuerza, equilibrio y resistencia para poder seguir montando a caballo, una de sus grandes pasiones. “Pensaba que nunca más podría volver a subir a caballo, los médicos amputaron lo mínimo posible para que pudiese volver a montar”, resume.
A sus recién cumplidos, 27 años, Carla Maronda no solo ha sobrevivido a una experiencia límite, sino que se ha transformado en un ejemplo de resiliencia, realismo y esperanza. Su mensaje es claro: “No vivimos para complacer a nadie, hay que hacer lo que uno quiere hacer. Y si puedes, ayuda a los demás”.




