Las Embajadas de Ontinyent llenan la plaza Mayor de historia, pólvora y emoción
Santiago Tortosa (Kábilas) y Enrique Montesinos (Fontanos) han puesto voz a los versos de Cervino


Ontinyent ha vivido este lunes 25 de agosto uno de los actos más emblemáticos de sus Fiestas de Moros y Cristianos 2025, las primeras reconocidas como Fiesta de Interés Turístico Internacional. La plaza Mayor ha sido escenario de las Embajadas, que han escenificado la lucha por el control de la villa en un ambiente cargado de pólvora, música y tradición.
La jornada comenzaba a las 11:00 horas con las avanzadas de ambos bandos. Desde la Cantarería, las comparsas moras avanzaban con potentes descargas de arcabucería hacia el centro de la ciudad, mientras que, en paralelo, las comparsas cristianas lo hacían desde el puente de Santa María y la calle del Regall. A las 12:00 horas se iniciaba la Embajada Mora, en la que el embajador Santiago Tortosa, de la comparsa Kábilas, declamaba los versos escritos en 1860 para Ontinyent por el magistrado y literato Joaquín José Cervino y Ferrero. Tras la derrota cristiana, el banderero moro Roberto Belda alzaba la bandera de la media luna desde la torre del castillo.
Por la tarde, a las 17:00 horas, el ritual se repetía con el avance de los ejércitos hacia la plaza Mayor, hasta que a las 18:00 horas arrancaba la Embajada Cristiana. El embajador Enrique Montesinos, de la comparsa Fontanos, interpretaba con solemnidad los versos de Cervino, narrando la reconquista de la villa por parte del bando de la cruz. Finalmente, el banderero cristiano Ximo Revert recuperaba el castillo para los cristianos, ondeando la bandera de la cruz sobre la torre.
Concluida la Embajada, Ontinyent despedía la jornada con las desfiladas finales: primero por la mañana con las comparsas moras, y por la tarde con el desfile cristiano desde la plaza Mayor hasta la plaza de la Concepción, tras recorrer las calles Maians y Gomis.
Las Embajadas de Ontinyent han vuelto a reunir a miles de espectadores en el corazón de la ciudad, consolidando uno de los actos más esperados y solemnes de las fiestas, que simbolizan la fuerza de una tradición que se vive con intensidad generación tras generación.




