Los tópicos de Benidorm, ahora de ida y vuelta
Un reportaje sobre las distintas imágenes que tienen vecinos y turistas de la ciudad

Los tópicos de Benidorm, ahora de ida y vuelta
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Benidorm
Benidorm está lleno de lugares icónicos como la famosa rotonda a la salida de la CV-70 con sus letras color bronce que forman el nombre de la ciudad. Para muchos visitantes, cruzar esa rotonda simboliza entrar o despedirse del municipio.
Alejandro, un joven de Madrid que lleva desde pequeño veraneando en la ciudad asegura que “me entra una especie de nostalgia, porque ya dejo de ver a mis amigos y estar en Benidorm me hace muy feliz”.
Sin embargo, la capital del turismo no siempre tuvo este aspecto. En los años 50 era un pequeño pueblo de marineros de unos tres mil habitantes. El gran cambio llegó en 1956, cuando el entonces alcalde Pedro Zaragoza impulsó el primer plan de urbanismo vertical de España.
Zaragoza, según su propio relato, también montó en su Vespa y recorrió 400 kilómetros hasta Madrid para hablar directamente con Franco y defender su decisión del uso del bikini en las playas de la ciudad. Aquel gesto no solo permitió usar la polémica prenda, sino que convirtió a Benidorm en símbolo de modernidad y apertura, atrayendo visitantes de todo el mundo.
Pasear por sus calles es encontrarse con una mezcla de culturas. Si en Nápoles se ven cuerdas de ropa colgadas sobre las calles, en Benidorm se ven toallas y bañadores en los balcones, muchos con el lema I Love Benidorm o estampados con el skyline de la ciudad.
Manuel, vecino de Benidorm, afirma que lo primero que se le viene a la cabeza cuando piensa en su ciudad son “sin duda las playas, la fiesta y el tráfico, que en verano es imposible conducir por aquí”, asegura entre risas.
Benidorm también es sinónimo de fiesta, sus casi 300 penyas, las fiestas patronales de noviembre y un sinfín de actos culturales convierten al municipio en un lugar donde tanto residentes como turistas, que tienen sus propias fiestas, celebran a lo grande.
La gastronomía es otro de sus grandes atractivos: la coca farcida, el arroz a banda o el dulce bollo de San Blas son solo algunos ejemplos de su cocina tradicional. Y gracias a su carácter cosmopolita, es posible desayunar un full English breakfast, comer un pintxo vasco y cenar un arroz valenciano sin moverse de un radio de 500 metros.
“Me gustan mucho las brasas que hacen aquí, ya sea carne o pescado, pero todo lo que sea comida de mar está muy bueno”, expresa un turista de origen vasco. Benidorm es mucho más que playas y rascacielos; es historia, cultura y tradición. Y aunque todo no quepa en un solo reportaje, siempre quedará tiempo para disfrutarlo: desde un selfie en el castillo hasta contemplar el atardecer desde la cruz, cada rincón invita a redescubrir esta ciudad única.




