Benetússer, 11 meses tras la DANA: “El dolor es tan grande que desconectas de tus emociones y te dedicas a sobrevivir”

València

En unos días se cumplen 11 meses de la DANA y nosotros seguimos nuestro recorrido por los municipios afectados donde estamos comprobando cómo todavía queda muchísimo trabajo para recuperar la normalidad.

Es el caso de Benetússer donde encontramos fincas sin ascensor, sin puertas de entrada al patio, techos apuntalados, negocios sin reabrir e infraestructuras públicas todavía destrozadas. Además, como en otros muchos municipios afectados, existe ahora una gran preocupación por las lluvias que pueden llegar de nuevo en otoño y que caerían sobre un municipio devastado.

En el capítulo 39 de València 2025: Renacer tras la DANA hablamos con Rut Moyano, Bea Verdejo, Carmina Payà y María Josefa Parraga, cuatro vecinas de Benetússer que nos cuentan cómo están cuando ha pasado casi un año desde que la DANA cambió sus vidas.

Capítulo 39, Benetússer (Vídeo)

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"Tuve que andar hasta el hospital para operarme de un tumor"

Cada vecino y vecina de este municipio de l'Horta Sud tiene su propia historia aunque ninguno, nos cuentan, ha podido recuperarse todavía de lo que han pasado en estos casi once meses. A Bea Verdejo le diagnosticaron unas semanas antes de la DANA un túmor que le tenían que extirpar sólo unos días depsués de las inundaciones. "Tenía la operación el 5 de noviembre, fui a buscar ayuda pero era tal el caos que tuve que andar hasta el hospital para operarme".

Fue andando y lo peor, dice, es que tuvo que dejar a su hija sola en casa en medio del caos así que su obsesión desde el principio era volver a casa. Cuando lo hizo pocos días después de la intervención, Benetússer estaba debastado, con barro, cañas, suciedad y sin agua potable así que una amiga suya enfermera se desplazaba a diario hasta su casa con para realizarle las curas.

Ha pasado casi un año, otras dos intervenciones y un tratamiento y ha sido precisamente esta misma semana cuando ha podido reabrir su estudio de yoga que resultó completamente devastado. "Ni siquiera había pilares, se quedó junto con otros bajos como una planta diáfana".

Verdejo recibe atención psicológica en el hospital y reconoce que todavía no ha podido recuperarse de todo lo que ha vivido. "Pienso cómo me ha podido pasar todo esto, he perdido mi negocio, el pecho, mira cómo esta todo y estoy aún en shock". De hecho, cuenta que la psicóloga que la atiende le ha explicado que sufre un transtorno disociativo.

Lo mismo le ocurre a Rut Moyano que cuenta cómo aquel 29 de octubre acogió en su casa a 25 vecinos, uno de los cuales sufrió un infarto y murió en la habitación de su hija. "Lo que nos explican los profesionales de la salud es que es tal la intensidad y el dolor que desconectas de tus emociones y te dedicas a sobrevivir".

"Nos faltan 229 vecinos"

Estas tres vecinas coinciden en que además de cada una de sus historias hay una herida colectiva y comunitaria, la muerte de 229 personas. "Nos faltan 229 vecinos y eso cuando sales a la calle es algo que se siente y ves en la mirada. Seguro que conoces a aguna de esas personas, es decir, no es algo que esté fuera de tu entorno".

"Nosotras no hablamos de cifras sino que podemos poner nombre y apellidos a esas 229 personas", afirman.

Una reconstrucción que no llega

Toda esta conversación la mantenemos en el patio de la finca de Rut Moyano, todavía sin puertas de entrada, con puntales que sujetan el techo y con un garaje totalmente destrozado. "Nos han pagado 220.000 euros pero todos los presupuestos que hemos pedido superan esa cantidad", lamenta.

De hecho, explica que durante las noches todavía escuchan cómo caen partes del falso techo y que ahora además los daños estructurales son mayores a los que les tasaron. Eso se suma a que los precios para la reforma han aumentado por la gran demanda y que no les dan fecha para empezar la reforma hasta al menos el próximo abril.

Carmina Payà cuenta cómo se salvó de milagro al poder subir a casa de su madre que estaba justo enfrente y en un primer paso. Su casa, un bajo también de Benetússer, quedó totalmente destrozado y a día de hoy no ha podido volver. Ha pasado casi un año y dice que no hay cosa que desee más, pero la gestión de las ayudas, la falta de mano de obra y el encarecimiento de los materiales ha hecho que casi un año después no haya podido regresar al que era su hogar.

"De todos modos ahora lo que está ocurriendo es que en muchas casas y bajos que han reformado están saliendo las humedas".

Sin ascensor

En el mismo edificio de Rut vive Mª Josefa Párraga junto a su marido que va en silla de ruedas. A las dificultades de toda la comunidad se les suma su situación personal: dos personas de avanzada edad, con movilidad reducida y unas escaleras que se han convertido en un obstáculo insalvable.

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Párraga explica que en estos 11 meses su marido sólo ha bajado a la calle unas pocas veces y con la ayuda de la Cruz Roja. Una situación que ha hecho empeorar sus facultades. Lamenta que siguen sin una fecha clara y que ni siquiera pueda abrir a los médicos que visitan a su marido porque no funciona el telefonillo del edificio.

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