Quiebra de confianza

Alcoy

Además de un doloroso rastro de muerte y de destrucción, la DANA del 29 de octubre de 2024 nos dejó a todos los valencianos un legado muy difícil de gestionar: la quiebra total de la confianza de los ciudadanos en la capacidad que tienen sus autoridades para gestionar las emergencias. Las letales chapuzas cometidas por la Generalitat de Carlos Mazón durante la catástrofe que arrasó los pueblos y las ciudades del cinturón de Valencia ha borrado de un plumazo un pacto no escrito por el que los gobernantes se comprometían a hacer todos los esfuerzos necesarios para garantizar la seguridad de los gobernados en caso de sucesos extraordinarios.

Las cosas han cambiado mucho desde aquel fatídico 290 del que ahora está a punto de cumplirse un año. Cada vez que el cielo y los meteorólogos anuncian lluvias intensas, los habitantes de este país nos cagamos de miedo y miramos hacia el Palau a la espera de ver cuál será la reacción de nuestra administración autonómica. Visto lo visto, puede pasar de todo: desde que el presidente vuelva a montarse una comida en el Ventorro, a que intente cubrir todos los riesgos declarando alertas a diestro y siniestro. En el episodio de tormentas vivido esta misma semana hemos podido comprobar el nivel de desorientación que existía en la calle a la hora de afrontar unas restricciones fijadas por unas autoridades de las que nadie se fía y que han quedado marcadas como sospechosas para todas sus vidas políticas

Los principios básicos de gestión de emergencias señalan que para que funcione con efectividad un dispositivo de alarma es imprescindible una complicidad total entre la administración y la ciudadanía; una comunicación rápida y fluida que permita actuar con agilidad y con la máxima efectividad posible. Ahora mismo, en la Comunitat Valenciana es necesario reconstruir todo ese entramado. Va a ser un trabajo difícil, ya que en la cima de la pirámide de mando siguen los mismos tipos que acentuaron los efectos de la desastre de la DANA, actuando con unos niveles de incompetencia y de frivolidad que hacían obligada su dimisión inmediata.