Ángela Pérez (Bioval): "En los proyectos biotech, hay mucha financiación pública y poca privada"

Valencia

317 empresas, de las cuales 125 son puramente biotecnológicas. Son los datos que encabezan el último informe sobre el sector biotech en la Comunitat Valenciana, presentado por Bioval, el clúster que agrupa a las entidades vinculadas a la biotecnología en territorio valenciano. La actividad se concentra principalmente en Valencia (66 %), seguida de Alicante (25 %) y Castellón (9 %).

Ángela Pérez, presidenta de Bioval, ha explicado en conversación en La Ventana Comunitat Valenciana, que la diferencia entre empresas del sector y las puramente biotecnológicas se establece a través de los códigos CNAE, que clasifican las industrias por sectores. Las empresas consideradas “puramente biotech” son aquellas que aplican la biotecnología de forma transversal en todos sus procesos y servicios.

Empresas tractoras y talento local

El informe destaca el crecimiento del sector en los últimos cinco años, impulsado por empresas pioneras que surgieron en los años 90 y que han alcanzado cifras de venta muy relevantes. Entre ellas, el Instituto Valenciano de Infertilidad, vendido por 3.000 millones de euros; Igenomix, por 1.200 millones; y Sistemas Genómicos, por 42 millones.

Estas compañías han actuado como motor de atracción de talento, que se forma principalmente en la Universidad Politécnica de Valencia y en la Universitat de València. “Donde hay una empresa grande, surgen otras más pequeñas a su alrededor”, señala Pérez, quien destaca el papel de los parques científicos y tecnológicos como espacios de concentración empresarial.

Rentabilidad y cultura de inversión

Aunque la biotecnología es un sector con alta rentabilidad, el informe subraya la necesidad de reforzar la inversión privada. “Hay mucha financiación pública, pero muy poca privada”, advierte Pérez, quien compara la situación con la de Estados Unidos, donde existe una cultura más arraigada de inversión en proyectos científicos y tecnológicos.

Desde Bioval se defiende que las grandes fortunas y familias con capacidad económica incluyan en sus carteras de inversión proyectos de impacto, como los biotecnológicos, que pueden generar retornos significativos a medio y largo plazo.

El “valle de la muerte” y el potencial de retorno

Uno de los principales retos del sector es superar el llamado “valle de la muerte”, el periodo que transcurre entre el descubrimiento científico y su validación para llegar al mercado. “Durante esos años se necesita una cantidad de dinero importante para estabilizar el conocimiento y llevarlo a la sociedad”, explica Pérez.

Una vez superado ese punto crítico, los proyectos biotecnológicos pueden alcanzar un alto nivel de rentabilidad. Por ello, desde Bioval se apuesta por diversificar la inversión en múltiples empresas, de modo que las que logren consolidarse compensen a aquellas que no consigan materializar sus investigaciones.

Microempresas y brecha de género

El informe también pone el foco en dos debilidades estructurales del sector: el predominio de microempresas y la brecha de género en los órganos directivos. “Cuando se alcanza cierto volumen, los proyectos se vuelven internacionales y la productividad aumenta”, afirma Pérez, quien considera prioritario fomentar el crecimiento empresarial para mejorar la competitividad.

En cuanto a la brecha de género, la presidenta de Bioval lamenta que, pese a la fuerte presencia femenina en el ámbito sanitario —uno de los principales campos de aplicación de la biotecnología—, la representación de mujeres en puestos de liderazgo sigue siendo baja. “Este informe es un punto de partida para compensar esas deficiencias”, concluye.

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