El reto de la salud mental tras la DANA: "Seguimiento, prevención y no olvidar"

Valencia

Un año después de las inundaciones que devastaron varias poblaciones valencianas, el impacto emocional sigue latente. Llanos Conesa, psiquiatra jefa del Servicio de Salud Mental del Hospital General de València, recuerda cómo se vivieron los primeros días de emergencia y cómo se ha articulado la atención psicológica desde entonces. “Fue masivo y rápido”, afirma. “En menos de 24 horas se formaron los equipos de atención”, ha asegurado en 'La Ventana Comunitat Valenciana'.

Coordinación exprés en menos de un día

La respuesta sanitaria fue inmediata. “Una mañana empecé a llamar a la gente y esa misma tarde estábamos reunidos online. Más de 70 personas, trabajadores de salud mental de mi hospital y de otros hospitales, nos organizamos para distribuirnos en grupos, en equipos, y atender la zona cero de manera organizada y muy coordinada”.

La dificultad logística fue uno de los primeros obstáculos. “Al estar en octubre y noviembre, oscurecía pronto, y eso era un obstáculo importante porque la población no podía ser atendida a partir de cierta hora de la tarde. Además, las condiciones de acceso a las poblaciones eran muy difíciles”.

Conesa reconoce que no había un protocolo claro para una emergencia de esa magnitud. “No hay precedentes. Sé que ha habido otras en Madrid, como en Atocha, que sí tuvieron una reacción similar, pero nosotros no teníamos precedentes. La necesidad de formación fue inmediata. Lo primero que pedimos fue formación para todos los profesionales, para actualizarnos en atención en situaciones de emergencia. Se hizo cuando se pudo".

La resiliencia de la población

Durante las primeras semanas, la prioridad de los vecinos no fue la salud mental. “Querían sacar barro, arreglar sus casas, ayudar a sus vecinos. Aunque tenían síntomas de ansiedad e insomnio, no querían parar”.

Pero tras varias semanas, llegó el bajón. “La resistencia emocional empezó a flaquear y aparecieron cuadros depresivos, trastornos adaptativos y estrés postraumático. La depresión no suele dar síntomas en la primera semana. La ansiedad y el insomnio sí. Pero ya a partir de la tercera o cuarta semana empezamos a ver más síntomas anímicos, más síntomas depresivos, o cuadros más graves en personas que habían estado todo el mes bastante funcionales”.

Conesa advierte que el trauma no desaparece si las condiciones siguen siendo duras. “Hay factores de mantenimiento que lo prolongan. Por ejemplo, vivir en condiciones deplorables durante tantísimo tiempo: sin cocina, sin una mesa para comer, en casa de unos familiares con los que no estás muy cómodo ni muy bien”.

También influye la incertidumbre. “Hay personas esperando ayudas. A algunos les llegan, a otros no, o les llegan a cuentagotas. Personas con negocios, con pérdidas personales, y el trauma de haber visto morir a gente conocida, o haber estado en peligro vital”.

Desde enero, el departamento de salud de València cuenta con una unidad de trauma específica. “Viene para quedarse. Atiende a pacientes con síntomas prolongados derivados de la DANA, y también a otras situaciones de trauma”.

Conesa confirma que el aniversario puede ser un momento delicado. “Esperamos bastante repunte. De hecho, con las últimas alertas meteorológicas, ya hemos visto reagudizaciones. Hace dos semanas, cuando sonó la alerta roja en los móviles, ese lunes recibí varias llamadas de pacientes que habían tenido crisis de ansiedad”.

La psiquiatra confirma que se han generado fobias. “Hay personas que no han podido meterse en una piscina en verano, o que han desarrollado fobia a la lluvia. Son asociaciones con el trauma vivido. En los niños, esa asociación está siendo muy fuerte. Tienen mucho miedo a salir cuando llueve, a las tormentas. Les afecta mucho”.

Menores afectados: “Tenemos una casuística importante”

La proporción de menores atendidos ha sido alta. “Paramos un poco en verano por las vacaciones, pero con la vuelta al cole hemos retomado la atención. Las unidades de detección precoz en los colegios funcionaron muy bien. Ahora tenemos una lista importante de niños que se ha repartido entre todos los psicólogos del departamento”.

Conesa subraya el papel de las redes de apoyo. “Los voluntarios ayudaron mucho en la fase aguda. La red sociofamiliar es clave: si los padres están estresados, los niños también. Es importante que los colegios vuelvan a ser sus colegios, que los parques vuelvan, que el entorno se normalice”.

“Al principio se mandaba a los niños a colegios de otras poblaciones, pero estaban desubicados. Reubicarse con sus compañeros, en sus espacios, les devuelve seguridad”.

Negocios cerrados, decisiones difíciles

La psiquiatra también pone el foco en quienes han perdido su trabajo o su negocio. “Son casos muy duros. Al principio lo importante es la salud, pero a medio y largo plazo, quienes han perdido su casa o su negocio sufren un estrés muy severo. Han tenido que tomar decisiones difíciles: seguir o no seguir, pedir préstamos… Muchos negocios han cerrado, otros han seguido adelante, pero todos han sufrido”.

El reto: seguimiento y prevención

“El reto es el seguimiento. No olvidar a estas personas. Hay quienes, después de un año, siguen de baja laboral. Otros han evolucionado bien. Pero hay que acompañarles en su salud mental, sin psiquiatrizar ni psicologizar en exceso. Acompañar en el nivel necesario para que sanen. Y también trabajar en la prevención”.

Conesa concluye con una reflexión sobre quienes estuvieron en primera línea. “También hemos atendido a profesionales. Algunos estuvieron expuestos ese día, otros son de poblaciones damnificadas. En nuestro servicio hay profesionales damnificados. Han necesitado ayuda, igual que otros de atención primaria, de los centros que estaban en pie. Todos, en mayor o menor medida, han necesitado apoyo. Y algunos se han resentido”.

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