En la presa de Forata un año después de la DANA: "¿Miedo? Cuando estás en una situación así, te centras en el trabajo"

Valencia

La presa de Forata fue uno de los puntos sobre el que se fijaron muchas miradas durante bastantes horas de aquel 29 de octubre. No solo por el riesgo real que se vivió en sus compuertas, sino por los bulos que se propagaron tras el desastre. "Se decidió desaguar intencionadamente la presa de Forata, sabiendo que se iba a provocar una crecida repentina en el Barranco del Poyo que habría ocasionado las muertes", se llegó a decir. Un año después, visitamos este enclave y hablamos en La Ventana Comunitat Valenciana, con el embalsero Jesús Ramírez, que relata, con detalle, lo que ocurrió en esas horas críticas.

"Aquel 28 de octubre fue un día muy parecido al actual, climatológicamente hablando (día soleado, tranquilo)", recuerda Ramírez. "Ya teníamos previsiones de precipitaciones extremas en la zona meridional de Valencia, así que realizamos comprobaciones básicas, rutinas, preparativos esenciales". Entre ellos, revisar grupos electrógenos, el centro de transformación, comunicaciones, instalar focos de emergencia y adquirir comida para dos días. "Lo habitual en episodios como este, que pueden durar entre 48 y 54 horas".

Una subida sin precedentes

Pero el 29 de octubre, todo cambió. "Juan (su compañero) ya estaba aquí desde primera hora, porque reside en el embalse. Yo me trasladé desde Buñol y ya tuve dificultades para llegar por las fuertes precipitaciones y el viento intenso. Llegué sobre las 7:30 de la mañana". Aunque la lluvia cesó momentáneamente a las 8, se reactivó poco después. "El nivel del embalse empezó a subir. Partíamos de una capacidad muy baja, unos 5,4 hectómetros sobre los 37 que caben. Teníamos margen para almacenar agua".

Ese margen se fue reduciendo rápidamente. "En dos horas pasamos de 24 m³/s a 94, y a las 4 de la tarde ya entraban 1500 m³/s. En dos horas entraron 11 hectómetros y el nivel subió 10 metros". El origen: "Toda esa agua venía de la cuenca del río Magro, de unos 1000 km². De Utiel, Requena, la sierra de Malacara, el Negrete, los barrancos, el río Mijares... Todo acabó aquí".

Los momentos más críticos

El momento más crítico llegó entre las 6 y las 10 de la noche. "El caudal superaba los 1000 m³/s y el aliviadero tiene una capacidad de diseño de 1110. Estaba entrando más agua de la que podíamos evacuar. Eso solo se sostenía mientras el embalse subía de nivel. El miedo era que se desbordara". ¿Hubo miedo? "Cuando estás inmerso en una situación así, intentas abstraerte y centrarte en tu trabajo. Velar por el estado de la presa, hacer comprobaciones permanentes. Pero claro, sabíamos que esto iba a hacer mucho daño en el terreno. Quizás en ese momento no éramos del todo conscientes de la magnitud".

El peligro más serio estuvo en el margen derecho. "Ahí el vial es más bajo, ya desde el diseño original. Como entraba más agua de la que podíamos evacuar, el nivel subía y no sabíamos cuánto duraría. Por suerte, la entrada decayó intensamente a unos 500 m³/s y pudimos respirar".

Presa vieja

Sobre la antigüedad de la infraestructura, Ramírez es claro: "Esta estructura cumplió con su objetivo. Laminó una avenida de 10.000 años de periodo de retorno (que es la forma de medir que tienen). Se evitaron desperfectos y se salvaron vidas y propiedades aguas abajo. No se le puede pedir más". Aunque reconoce que "todas las obras hidráulicas envejecen y requieren remodelaciones". De hecho, ya se está actuando. "Se vio que podía ser interesante aumentar la seguridad, especialmente en ese punto sensible del margen derecho".

¿Y los protocolos? "No se han cambiado porque funcionaron. En todo momento hubo energía eléctrica, se mantuvieron las comunicaciones, aunque no con la velocidad habitual. Que deben mejorarse en algunos aspectos, seguro. Pero funcionaron".

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