Una de cada cinco familias de la Comunitat Valenciana vive en riesgo de pobreza

València

Una de cada cinco familias de la Comunitat Valenciana vive en riesgo de pobreza. Un porcentaje cada vez más amplio y con escenarios de riesgo de exclusión cada vez más cronificados, que perduran más en el tiempo. Es de lo que alertan desde Caritas a raíz del último informe de Foessa sobre la evolución de este fenómeno. El mercado de la vivienda y la precariedad en el empleo abocan a cada vez más familias a esta situación.

Según este último informe de Foessa, el 48,3% de las personas que viven de alquiler en la Comunitat se encuentran en riesgo de pobreza, casi medio millón de hogares no pueden mantener la vivienda a una temperatura adecuad y hasta 126. 000 hogares tienen a todos sus miembros activos en situación de desempleo.

Y es que son estos dos factores, la vivienda y el empleo, los que han hecho que aumente la cantidad de familias que se ve en riesgo de pobreza o exclusión social. Una delgada línea les separa de caer al otro lado, algo que ocurre cuando se produce cualquier situación sobrevenida, como, por ejemplo, la última, que ha sido la DANA, pero también otras como la pandemia de la Covid, como explica María Moscardó, responsable del estudio Foessa para la Comunitat Valenciana.

Pero además del aumento de las familias en riesgo de pobreza, también se produce una cronificación de esos procesos. Es muy difícil abandonar estas situaciones de precariedad con un mercado de la vivienda con precios desbocados, con alquileres inasequibles. Tener un empelo no significa ya una garantía para salir de estas situaciones. dificultades que afectan a los menores, un 30% de ellos vive en vulnerabilidad, lo que lastra sus posibilidades de futuro.

Además, la probabilidad de caer en exclusión se multiplica casi por tres si se trata de población migrante. Y las familias monoparentales de mujeres alcanzan un porcentaje de riesgo de exclusión mayor que la media, del 30%. Para combatir todo esto, explica Moscardó, hacen falta políticas transversales, que ataquen el problema y también su raiz. No se trata solo de corregir, sino también de prevenir esas desigualdades. Porque una cosa está clara, explican desde Caritas: no fallan las personas, falla el sistema.

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