Amparo Tortosa, referente del cuidado comunitario en la Vall d’Albaida: una vida dedicada a sanar, acompañar y empoderar

La exposición itinerante “Lideresses Rurals”, organizada por la Unidad de Igualdad de la Mancomunitat, que ha llegado ya a su quinta edición, continúa poniendo el foco en mujeres que han sido y son claves para el bienestar de la sociedad desde ámbitos muchas veces invisibilizados. Entre esas voces destaca la de Amparo Tortosa, enfermera con más de 40 años de trayectoria en la sanidad pública, cuya historia profesional y vital refleja el valor social de las curas, la salud comunitaria y el compromiso con lo público.

Tortosa, jubilada en 2024 tras once años como enfermera gestora de casos comunitarios en el Centro de Salud de la Avenida Albaida de Ontinyent, representa una manera de entender la salud que va mucho más allá de la atención clínica. Para ella, cuidar es acompañar, empoderar y poner a las personas —y especialmente a quienes cuidan— en el centro del sistema.

Liderar sin saberlo: cuando la experiencia se convierte en referente

Cuando le propusieron formar parte del proyecto Lideresses Rurals, su primera reacción fue de sorpresa. “Automáticamente pensé en decir que no”, reconoce. Sin embargo, detenerse a reflexionar sobre su trayectoria la llevó a aceptar desde una convicción profunda: la necesidad de devolver a la sociedad parte de lo que ella misma ha recibido.

Formada y desarrollada profesionalmente en la sanidad pública, Amparo Tortosa entiende su participación en esta iniciativa como un acto de responsabilidad social. “He trabajado toda mi vida en lo público, y visibilizar lo que he hecho es, en parte, restituir ese apoyo que la sociedad me ha dado”, explica.

Una concepción integral de la salud

Su carrera comenzó a principios de los años 80, en un momento clave de transformación de la enfermería, cuando los estudios pasaron de ser puramente técnicos a universitarios. Ese cambio marcó su manera de entender la profesión, alineada con la definición de la Organización Mundial de la Salud, que concibe la salud como bienestar físico, psíquico y social, y no solo como ausencia de enfermedad.

A lo largo de los años, su trabajo se ha nutrido de la formación científica, pero también de disciplinas como la psicología, la sociología o la comunicación, esenciales para acompañar a las personas en situaciones de vulnerabilidad. “La vocación es importante, pero sin formación no sirve de nada”, afirma con rotundidad.

El valor del acompañamiento en el final de la vida

Uno de los ámbitos que más ha marcado su trayectoria ha sido el de los cuidados paliativos y la atención domiciliaria. Como enfermera gestora comunitaria, acompañó a personas con enfermedades avanzadas en sus hogares, junto a sus familias y cuidadores.

“Es en el momento de la muerte cuando más vida hay”, reflexiona. Para Tortosa, ese acompañamiento no solo es profundamente humano, sino también una fuente de aprendizaje constante. Un espacio donde se revelan las verdaderas necesidades de las personas y donde el cuidado adquiere su dimensión más auténtica.

Las curas tienen rostro de mujer

Durante la entrevista, Amparo Tortosa pone cifras a una realidad estructural: el 80% de las curas se realizan en los domicilios, y de ese porcentaje, el 75% recae sobre mujeres. Una desigualdad persistente que sigue marcando el sistema de cuidados.

Consciente de esta situación, impulsó talleres para cuidadores informales, espacios pensados para visibilizar su labor, compartir experiencias, aliviar la carga emocional y reivindicar que cuidar no es una cuestión de género, sino de responsabilidad colectiva.

“Las mujeres cuidadoras muchas veces sufren en silencio. La sociedad da por hecho que pueden con todo, y no siempre es así”, denuncia.

Compromiso más allá de la jubilación

Aunque ya está jubilada, Amparo Tortosa sigue vinculada a la salud y a la comunidad. Lo hace por coherencia con su manera de entender la vida y por una necesidad personal de seguir aportando. “Transmitir lo aprendido y seguir aprendiendo de los demás es lo que me permite estar en paz conmigo misma”, explica.

Desde esa experiencia, lanza un mensaje claro a las jóvenes y niñas de la comarca que buscan referentes femeninos en el ámbito sanitario: los derechos y avances actuales son fruto del trabajo, la reivindicación y la perseverancia, y mantenerlos exige compromiso y participación activa.

Defender lo público para proteger el bienestar común

En su reflexión final, Tortosa alerta sobre un fenómeno que le preocupa especialmente: el aumento del uso de la sanidad privada. “Si acabamos teniendo una sanidad pública solo para quien no puede pagar otra cosa, estaremos empobreciendo el sistema del bienestar”, advierte.

Su trayectoria, ahora visibilizada gracias a Lideresses Rurals, no solo rinde homenaje a una vida profesional dedicada al cuidado, sino que invita a la sociedad a repensar el valor de la sanidad pública, el papel de las mujeres en las curas y la importancia de poner la salud comunitaria en el centro del futuro colectivo.