Reméi Limorti, pintora de Monóvar, transforma la seda y el algodón en piezas únicas
Artesana y creadora total, convierte la vida cotidiana en obras irrepetibles cargadas de emoción y sensibilidad creativa

Emilio Martínez conversa con Reméi Limorti en el espacio «Entretelas».
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Elda
Reméi Limorti no recuerda un solo momento de su vida sin pinceles cerca. Nacida y afincada en Monóvar, su vínculo con el arte es tan temprano como natural: aprendió a hablar y a pintar casi al mismo tiempo, guiada por la influencia de una tía pintora que le traía acuarelas, papeles y el amor por el conocimiento. Desde entonces, su trayectoria ha sido un viaje constante entre disciplinas: canta, baila, hace teatro y pinta “como los ángeles”, con una sensibilidad que atraviesa todo lo que toca.
“No recuerdo no haber pintado nunca. Desde siempre ha sido parte de mí.”

Pañuelos, vestidos, corbatas o prendas especiales nacen siempre de una emoción concreta, de una sensación o un recuerdo. / Cedida

Pañuelos, vestidos, corbatas o prendas especiales nacen siempre de una emoción concreta, de una sensación o un recuerdo. / Cedida
Del cuadro a la piel: el arte fuera de la pared
Su mirada cambia cuando descubre el modernismo y el Art Déco. Ahí entiende que el arte no tiene por qué quedarse colgado en una pared, que puede bajar a la calle, sentarse en una silla o vestirse sobre un cuerpo. Esa idea marca su camino creativo: llevar la pintura a la ropa, convertir tejidos en soportes artísticos y recuperar técnicas ancestrales que dialogan con lo contemporáneo. Para Reméi, emociona más ver a alguien querido llevando una de sus piezas que contemplar un cuadro inmóvil.
“Me emocionaba más ver a una persona llevar algo mío en su cuerpo que tenerlo colgado en una pared.”
Seda y piezas irrepetibles
La pintura sobre seda se convierte en su gran pasión. Una técnica exigente, sin marcha atrás, donde cada trazo es definitivo y cada mancha cuenta. Durante más de cuatro décadas, Reméi no ha repetido una sola pieza: pañuelos, vestidos, corbatas o prendas especiales nacen siempre de una emoción concreta, de una sensación o un recuerdo. Utiliza técnicas como el shibori o el batik, no como simples estampaciones, sino como fondos que sostienen una historia visual única.
“Cada pieza es un momento. Lo que se deja en la seda, se queda para siempre.”

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Crear como acto de rebeldía
En un mundo dominado por la moda rápida, el trabajo de Reméi es también una declaración ética. Crear despacio, con materiales duraderos y sin pensar en la producción en serie es, para ella, una forma de resistencia. Encontrar una pieza suya es encontrar algo que no se puede repetir, ni sustituir.
“Es una rebelión hacer cosas únicas, que duren más que la vida y que tengan alma.”




