La batalla por el control del PSM
El conflicto entre Gómez y Jiménez por el control del partido socialista en Madrid se resolvió mediante elecciones primarias
Trinidad Jiménez contaba con el apoyo de José Luis Rodríguez Zapatero y con el de media cúpula del PSOE. Pero Tomás Gómez plantó cara y se negó a abandonar. Finalmente, fue el vencedor.
Tomás Gómez asumió el mando del PSM en 2007, aupado por sus triunfos en el Ayuntamiento de Parla y convertido en la gran esperanza para solucionar los problemas de una de las federaciones más convulsas del PSOE. Llegó a la sede del PSM para preparar una candidatura que pudiera batir a Esperanza Aguirre en las elecciones municipales y autonómicas de 2011. Sin embargo, el respaldo unánime con el que hasta ese momento parecía contar Gómez empezó a resquebrajarse en el verano de 2010, cuando una encuesta interna del PSOE señaló que la por entonces Ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, estaría mejor posicionada en el enfrentamiento electoral con Aguirre.
En una reunión celebrada el 15 de julio, el presidente del PSOE, Manuel Chaves, fue el primero en dar a conocer estos datos a Tomás Gómez y le comunicó que la ejecutiva socialista no le consideraba el mejor candidato para las autonómicas. Esta información, que fue dada a conocer el día 23 por la Cadena SER, fue negada por el propio Tomás Gómez en su paso por los micrófonos de Hora 14 Fin de Semana al día siguiente. El secretario general del PSM aseguró que Chaves no le había pedido en ningún momento renunciar a ser candidato, pero tan sólo cuatro días más tarde, el vicepresidente tercero se revolvía y negaba la mayor: sí que había hablado con Tomás Gómez y si habían hablado de las expectativas electorales en Madrid.
Los tirones de oreja al socialista madrileño llegaban de todas partes, incluso de Moncloa, cuando, a puerta cerrada, José Luis Rodríguez Zapatero se refirió al tema asegurando que no le gustaban las "posiciones numantinas". Los toques de atención no minaron la moral de Gómez; aseguró que era "tozudo e insistente, con una fortaleza psicológica de criptonita" y pidió que los "posibles candidatos" abandonaran de una vez el anonimato, aludiendo a una Trinidad Jiménez que hasta ese momento daba la callada por respuesta a las preguntas de si concurriría en unas primarias.
La caja de los truenos se destapó definitivamente el 2 de agosto, cuando el presidente Zapatero afirmó que tenía una "buena" valoración del líder del PSM, y que tenía una "buena, buenísima" de Trinidad Jiménez. Tomás Gómez se enrocó en su posición y, tras la reunión celebrada el 7 de agosto con el Presidente del Gobierno -que intentó hacerle desistir de su empeño en ser candidato-, el PSOE apostó por solucionar el problema mediante un proceso de elecciones primarias. El 8 de agosto, Trinidad Jiménez salió de las sombras de los "posibles adversarios" y se convirtió oficialmente en la contrincante de Gómez.
A partir de ese momento, empezó una batalla electoral en la que Trinidad Jiménez contó con importantes apoyos dentro del partido a nivel nacional (Alfredo Pérez Rubalcaba, José Blanco o el propio Zapatero, entre otros) y a nivel local (David Lucas, Pedro Castro, Jaime Lissavetzky). A primera vista, los apoyos de Tomás Gómez parecían muchos menos relevantes. Pero lo cierto es que se convirtieron en elementos de capital importancia para el socialista: el 3 de octubre, Gómez se proclamó ganador de las primarias al obtener 7.613 votos de los militantes frente a los 7.055 obtenidos por Trinidad Jiménez. La Ministra de Sanidad no pudo evitar las lágrimas, pero expresó todo su apoyo al que, después de una dura batalla electoral y un sinfín de críticas nacidas en el seno de su partido, era oficialmente el candidato del PSM y del PSOE a presidir la Comunidad de Madrid.




