La preocupación sindical pide un acuerdo político y social contra la crisis

No van a pelearse contra los hechos, tozudos para ellos, así que los sindicatos siente cierto temor a que Esperanza Aguirre se crezca y profundice una política que tanto UGT como Comisiones Obreras consideran regresivas, antisociales y excluyentes para una parte muy importante de los madrileños, aquellos que, además, más sufren la crisis.

Recuerdan datos objetivos sobre los que llevan "clamando en el desierto" desde hace ya casi tres años: en Madrid, 522.000 personas no tienen empleo; 300.000 personas viven con una mano delante y otra detrás, es decir, sin ninguna prestación que llevarse a la boca. Y la cifra que consideran definitiva: un millón de madrileños rozan los umbrales ed la pobreza.

Y lo peor es que no las tienen todas consigo porque no saben si Esperanza Aguirre, crecida, hará oidos sordos ante una situación que, en su opinión, requiere un pacto político y social inaplazable.

Y si por un lado ven con preocupación el crecimiento electoral de los populares de Aguirre a pesar de "sus pesares (privatizaciones de los servicios públicos y su consiguiente degradación, corrupción política ....); el desplome de los socialistas les atañe aún más y, por ello, les animan a modificar comportamientos, mensajes y forma de trabajar. La debacle del PSM también tiene para los sindicatos una explicación en clave madrileña por lo que creen que no sólo debe reflexionar el equipo de Tomás Gómez, sino hacer autocrítica y asumir su responsabilidad.

No es lo único que les desvela. También les preocupa lo que puede suceder con el movimiento del "15 de mayo" que dicen comprender, respetar y apoyar aunque les está costando digerir las críticas que desde Sol son dirigidas al movimiento sindical. Y aunque no lo digan en alto, consideran que lo sucedido con el movimiento de "indignados" ha distorsionado el resultado electoral.

Los sindicatos tienen olfato y, por lo que puede significar las reivindicaciones de Sol, tratan de encontrar un canal de comunicación con los acampados (un sindicato hace más hincapié en lograrlo que otro) y defienden el trabajo realizado durante los últimos años en defensa de los más débiles y desprotegidos porque consideran que Sol reivindica lo que ellos trabajan día a día desde hace años. Por todo ello, les molesta y duele que los acampados aseguren no sentirse representados por ellos. Y llegan a asegurar que su representatividad es puesta en juego cada vez que los trabajadores eligen a sus representantes sindicales.