Una historia conocida
Un gol de Alexis en los últimos minutos le dio al Sevilla un empate que no tapa las carencias en su juego con un futbolista más
El Sevilla exhibió sus virtudes y defectos, habituales, en Villarreal. El empate en los últimos minutos deja buen sabor para los que pensaban ya en la derrota, pero, sin duda, no puede ocultar que al equipo de Marcelino nunca se le debió escapar un partido que jugó durante muchos minutos en superioridad numérica. La realidad es que el Sevilla pudo ganar gracias a un contraataque casi letal en la primera parte, y pudo perder por su fragilidad defensiva y su falta de manejo en el centro del campo, lo habitual.
En la primera mitad, los de Nervión pusieron en el césped todas sus virtudes: presión y trabajo para contragolpear a una velocidad de vértigo. De hecho, el gol de Negredo estuvo precedido por dos ocasiones clamorosas de Del Moral y Navas. En la tercera, el partido debió quedar finiquitado: penalti, expulsión de Diego López y gol, tras rechace del portero César. Sin embargo, vuelta a las andadas. Marcelino conoce a Sevilla desde el verano, pero los seguidores sevillistas saben que llueve sobre mojado. La debilidad defensiva de los minutos iniciales volvió a aparecer en un slalom de Rossi, que permitieron los centrales y terminó con inocente zancadilla de Fernando Navarro, el mejor de la defensa.
El Sevilla jugó peor con un jugador más. La distribución de juego en el centro del campo fue el segundo defecto grave. El peligro de las contras quedó en el olvido cuando los de Marcelino intentaron abordar el área de César en ataque estático. Trochowski apareció poco, las bandas, participativas, pero poco precisas y, aunque mejoró con Rakitic, ni con Kanouté creó peligro cierto. Y, por supuesto, segundo error defensivo. Cáceres pierde el balón en zona complicada y Alexis le facilita el camino a Marco Ruben. Lo habitual.
Sin embargo, el fútbol siempre guarda alguna sorpresa. Alexis, el peor en la retaguardia, empató a lo Kanoute y hasta realizó un cruce providencial en el último instante. Al menos, un punto frente a un rival directo, que no puede ocultar el pésimo juego frente a un equipo con un jugador menos. A Marcelino se lo llevaban los demonios al final, pero los defectos de su equipo se pueden encontrar en el pasado reciente del Sevilla. No es cuestión de mirar todos los días hacia atrás, simplemente recordar lo sucedido el año pasado. Con la debilidad defensiva y la escasa presencia en el centro del campo es casi imposible alcanzar la tercera plaza. Lo segundo tiene solución con Rakitic; lo primero está en manos de Marcelino y de sus aptos, al parecer, guardianes.




