La Casa Revilla acoge una muestra que recorre un siglo de juegos y juguetes relacionadas con la arquitectura
La exposición "Juegos y juguetes de Arquitectura. Siglos XIX y XX" repasa, a través de un centenar de piezas, la conexión entre las técnicas constructivas y el mundo de la diversión infantil
Las piezas seleccionadas, pertenecen a la colección privada Quiroga-Montes, compuesta en su conjunto por más de 1.500 juguetes diferentes, cifra que la sitúa entre las más completas y significativas de España. Estará en nuestra ciudad hasta el próximo 25 de agosto.
El comisario de la exposición, José Antonio Quiroga ha señalado que algunas de las piezas fueron utilizadas en su día y antes de su comercialización como "material pedagógico y formativo" en numerosos centros de enseñanza. El objetivo, por tanto, es que el público que se acerque a la Casa Revilla se reencuentre con los instrumentos que les entretuvieron de pequeño y que varias generaciones de niños, adolescentes y adultos conozcan cómo eran los juegos y juguetes que entretuvieron a sus padres y abuelos.
Las jugueteras más prestigiosas de España están detrás de las piezas que se pueden ver en la exposición, desde la afamada casa Palouzíe, fundada en 1891, hasta la empresa familiar Borrás, que comienza su producción en 1894 y que, durante más de un siglo, fue la fábrica "por excelencia" de ilusiones y sueños infantiles.
Las razones de recreo, sociabilidad, convivencia y formación, tradicionalmente asociadas al juguete, encuentran en parte de este muestrario una motivación previa, ya que las construcciones levantadas a escala (tiendas de ultramarinos, garajes, plazas de toros, poblados, estaciones y teatros) tienen un origen académico hasta el punto de que "muchas generaciones" de aparejadores y arquitectos "se han formado así" , ha manifestado Quiroga, dueño de esta colección ahora cedida al Ayuntamiento de Valladolid para su exhibición.
La pieza más antigua, fechada en 1892 y vendida como "El pequeño arquitecto", certifica esa reflexión.
Esta "íntima conexión" entre la arquitectura y el juguete no merma, en el caso de los niños, la capacidad de imaginación que pueden desbordar ante estas miniaturas, tal como les conminó un hojalatero a un grupo de niños en una novela ("El mudejarillo") de José Jiménez Lozano: "¿Qué creéis que son las estrellas, sino candiles encendidos?".
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José Antonio Quiroga de Paz, comisario de la exposición: "Estaban destinados como material pedagógico"




